Sociedad multicultural y estado intercultural: por América Latina entre historia y constitución

AutorBartolomé Clavero
Páginas25-47
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Sociedad multicultural y Estado intercultural:
por América Latina entre Historia y Constitución*
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Los Estados de América Latina se constituyeron desde las primeras dé-
cadas del siglo  sobre sociedades multiculturales entre unos contingentes
de población que resultaban minoritarios y otro que constituía la mayoría
más característica de este continente de las Américas. Los primeros eran el
contingente de matriz europea y el de procedencia africana; el segundo,
el entonces mayoritario, el de la población anterior, aborigen o indígena,
que era a su vez también plural, de culturas muy distintas entre sí. Quienes
constituyeron aquellos Estados, que fueron los del contingente europeo,
tenían naturalmente conciencia de una complejidad social desplegada
ante su vista, esto incluso en los núcleos urbanos más europeizados, pero
carecían de proyecto para integrarla en sus estructuras políticas, prácticas
institucionales y ordenamientos jurídicos. Hágase la salvedad del proyecto
de tracto colonial, esto es, el de la continuidad más o menos adaptada de la
subordinación masiva de los otros contingentes: el indígena y el africano.
Tengamos en cuenta que hace doscientos años, frente a la imagen que suele
hoy ofrecerse, abundaban por las Américas pueblos indígenas independientes
y comunidades tanto aborígenes como africanas sometidas de forma usual-
mente un tanto precaria al dominio colonial heredado por los Estados1.
* Estudio presentado en el simposio Lo Stato Interculturale: Una nuova Eutopia?,
dirigido por Silvia Bagni, Universidad de Bolonia, Campus de Ravenna, 21-22 de
marzo de 2016.
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BARTOLOMÉ CLAVERO
De entrada, no se trató ni siquiera de una opción constituyente. Tome-
mos en consideración que aquellos Estados se constituyeron sobre la base y
a partir del ordenamiento colonial de cultura europea, en el cual el titular
de derechos políticos y civiles era el varón, propietario, padre de familia y
de dicha misma precisa cultura: la europea. Pasó de ser sujeto de dominio
colonial a serlo, sin solución de continuidad, de derechos y libertades consti-
tucionales. Con toda naturalidad, la iniciativa constituyente de Estados y la
vida política y civil dentro de los mismos se planteaba como cosa impropia
de indígenas, afroamericanos, mujeres, hijos de familia, incluso aunque
fueran mayores de edad, y trabajadores por cuenta ajena, a quienes se les
llamaba genéricamente domésticos aun cuando no prestasen su trabajo en
el domicilio del patrón. Así, ya de partida, se excluían de la constituyencia
de los Estados, con todo su patrimonio de culturas propias y diversas, a
contingentes enteros de población, el indígena y el africano. Añádase a ello
que la cultura constituyente, la de raíz europea, no concebía la posibilidad
de otra cultura que no fuera la propia. El resto sería incivilización, barbarie
o salvajismo, presunta carencia de cultura en la medida que no viniera a la
reputada como única, la europea2.
Incluso en casos de comunicación de la ciudadanía a indígenas y afroa-
mericanos, esto se hacía en términos de mantenimiento de la subordinación
de fondo colonial. Una ciudadanía común de este género ya había planteado
1 RESTALL, Matthew, Seven Myths of the Spanish Conquest, Oxford University Press,
New York, 2003 (Los siete mitos de la conquista española, Paidós, Barcelona, 2004),
desde cuya perspectiva los censos y cálculos coloniales de población resultan llana-
mente inables. Para bibliografía más circunstanciada o menos reciente de la que
registro me remito, por no extenderme, a los estudios propios que iré citando. Los
más especícos, junto a este mismo, se tienen ahora reunidos en Constitucionalismo
Latinoamericano: Estados Criollos entre Pueblos Indígenas y Derechos Humanos, Ara-
Olejnik, Santiago de Chile, 2016.
2 PORTILLO, José María, Historia mínima del constitucionalismo en América Latina,
Colegio de México, Ciudad de México, 2015, toma todo ello en consideración,
lo que sigue siendo llamativamente inusual en la historiografía latinoamericanista
especializada; compruébese: GARGARELLA, Roberto, Latin American Constitutio-
nalism, 1810-2010: e Engine Room of the Constitution, Oxford University Press,
New York, 2013 (La sala de máquinas de la Constitución. Dos siglos de constitucio-
nalismo en América Latina, 1810-2010, Katz Editores, Buenos Aires, 2014).

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