Cuestiones explicativas y cuestiones normativas

AutorCarlos Vaz Ferreira
Páginas85-105
Cuestiones explicativas
y cuestiones normativas
Los problemas que los hombres discuten podrían, más o menos
esquemáticamente, dividirse en dos clases: a veces se discute sobre
cómo son las cosas o sobre cómo pasan los fenómenos; otras veces
se discute cómo se debe o conviene obrar.
Podríamos llamar a los primeros problemas de ser, o problemas de
existencia, o problemas de constatación, o problemas de explicación; a
los segundos podríamos llamarlos problemas de hacer, o de acción, o
problemas de conveniencia (a los cuales podrían agregarse los proble-
mas de ideal, relativos no ya a cómo deben hacerse las cosas, sino a
cómo sería deseable que fueran), o bien, todavía, problemas norma-
tivos, etc. Todas estas denominaciones son más o menos impropias:
algunas expresan mejor ciertos aspectos de las divisiones y otras otro
aspecto; no he encontrado denominaciones más precisas15, ni me he
preocupado de buscarlas, ni interesa, por otra parte, que ustedes las
busquen; me serviré de cualquiera de estas denominaciones simple-
mente para hablar con claridad sobre nuestro asunto, eligiendo en
cada caso la que más naturalmente se me ocurra.
Lo que interesa es dar una idea de las dos clases de cuestiones.
15 Si llamara a esas cuestiones, respectivamente, teóricas y prácticas, serían
demasiadas las confusiones, por otros significados, asociaciones habituales, etc.
carlos Vaz Ferreira
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Si se discute si la luna tiene atmósfera, si hay o no uno o más
planetas exteriores a Neptuno, si el radio cura o no el cáncer, si el
hombre es o no libre, en todos estos casos, se discute sobre cómo
son las cosas o sobre cómo pasan los fenómenos; se procura cons-
tatar o explicar.
Si se discutiera cómo debe obrarse para obtener tal o cual fin, o,
en general, cómo debe obrarse, o qué organización debe darse a una
institución cualquiera, o si es malo o bueno un proyecto de ley; si se
discutiera, por ejemplo, sobre la conveniencia del divorcio, o sobre
la mejor organización de la familia, o sobre el socialismo, o sobre el
libre cambio y el proteccionismo; en estos casos no se discute cómo
pasan los hechos, sino cómo debería obrarse, o qué debería hacerse;
y estos problemas son, según el más simple examen lo muestra, de
una naturaleza diferente.
Bien: la causa del error que voy a explicar viene de cierta cos-
tumbre de tratar los problemas de la segunda clase como se tratan
los de la primera.
Los hombres buscan, en efecto, la solución de unos y otros proble-
mas. Cuando se discute el problema de si la Luna tiene atmósfera, se
dice que se busca la solución de este problema; y cuando se discute sobre
la cuestión del divorcio, se dice, igualmente, que se busca la solución.
Ahora bien: conviene darse cuenta de que la palabra solución, en
uno y otro caso, tiene un sentido muy diferente (que es lo que generalmente
no se comprende, o no se comprende con claridad).
Los problemas de existencia o de constatación, los problemas de
ser, los problemas sobre cómo son las cosas o sobre cómo ocurren
los fenómenos, tienen, teóricamente al menos, una solución única
y perfecta16.
¿Tiene la Luna atmósfera? Es posible que la ciencia no posea
todavía los datos necesarios para resolver este problema; es posible
que los posea; pero, aun en el primer caso, el problema es siempre
resoluble teóricamente, en el sentido de que, si no se puede resolver
hoy, podría resolverse alguna vez, y aun cuando no se pudiera resol-
ver nunca, por lo menos se concibe que debe haber una solución,
16 Suponiéndolos bien planteados y eliminadas las complicaciones sobre falta de
sentido, equívocos o inadecuaciones verbales, etc. De todo esto se trata más
adelante por separado.

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