La nominación de Thomas

AutorRonald Dworkin
Páginas365-381
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La nominación de Thomas
En el momento actual, la nominación del Juez Clarence omas a la Corte Su-
prema aparentemente gira en torno a cuántos senadores aceptan las acusaciones
formuladas por la Profesora Anita Hill, de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Oklahoma, de que omas la acosó sexualmente cuando se desempeñaba como
asistente en el Departamento de Educación y en la Equal Employment Opportunity
Commission. Aunque el Comité Judicial del Senado estaba al tanto de la acusación
antes de que se votara la nominación, ningún miembro de ese comité se rerió
públicamente a ella hasta que se ltró a la prensa cuando sólo quedaban dos días
para la fecha en que el Senado debía expedirse. Los partidarios de omas estaban
preparados para que se votara tal como estaba programado, pero tan grande fue
la cantidad de gente que se sintió indignada ante la aparente indiferencia de un
Senado mayoritariamente masculino hacia un caso de acoso sexual, y tantos fue-
ron los senadores que, habiendo planeado votar a su favor, se mostraron reacios a
hacerlo, que los partidarios acordaron una prórroga de una semana, y el Comité
Judicial aceptó celebrar audiencias adicionales en las que participarían omas y
Hill, circunscritas a investigar estas y otras acusaciones de talante similar.
Evidentemente, el Senado gestionó mal el asunto y tanto la reputación del
Comité Judicial como la de los senadores que se opusieron a la prórroga ha sido
dañada. Pero sería muy desafortunado que estas fallas importantes oscurecieran
otros defectos más estructurales y dominantes que se dieron en el proceso de no-
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minación y que las audiencias ya habían revelado. Antes de que las alegaciones de
Hill se hicieran públicas, aun quienes se oponían a omas predijeron que sería
conrmado por un margen relativamente cómodo. El Senado estaba listo para
ignorar aquellas dudas en torno a sus calicaciones que, a la larga, tienen más
implicancias para el Derecho constitucional que todo lo que capturó la atención
del público luego de que los cargos de la Profesora Hill se divulgaran.
Cuando el Comité Judicial inició sus audiencias, el Senador de Wisconsin,
Herbert Kohl, estableció una prueba a ser superada por el nominado. omas
había dicho en 1990, cuando el comité consideró su candidatura para el Tribunal
del Circuito del Distrito de Columbia, que él no tenía, entonces, “una losofía
constitucional completamente desarrollada”. Kohl dijo que, a pesar de que la
carencia de una losofía semejante no descalicaba a un candidato para un tribu-
nal de circuito, la Corte Suprema era otra cosa. “A mi juicio”, sostuvo, “si tú no
puedes articular una losofía constitucional, una que incluya protecciones para
los individuos y las minorías y que también calce con tus aseveraciones pasadas,
entonces tú no estás calicado para ocupar un sillón en la Corte Suprema”.
omas falló esa prueba de una manera espectacular, como lo reconocieron
incluso algunos de los senadores que al nal votaron a su favor. De hecho, en
los cinco días que duró su testimonio, él se la pasó negando tener una “losofía
constitucional” en absoluto, así como tratando de justicar las declaraciones an-
teriores que Kohl tenía en mente. Presumiblemente, sus instructores de la Casa
Blanca le aconsejaron adoptar esa estrategia de desconocimiento. Robert Bork
había publicado opiniones radicales y altamente controvertidas sobre el Derecho
constitucional antes de su nominación, las mismas que ocasionaron su derrota
nal. Los jueces Kennedy y Souter, por otro lado, prácticamente no habían pu-
blicado nada sobre teoría constitucional; ellos fueron conrmados con facilidad,
aunque sus votos en la Corte, hasta ahora, han justicado la conanza que los
conservadores depositaron en ellos.
En algunos sentidos, omas resulta un candidato para la Corte Suprema
excepcionalmente atractivo. Él es un hombre negro que nació pobre y en des-
ventaja racial pero que, sin embargo, alcanzó un éxito considerable, y algunos de
sus promotores creen que un juez de esa extracción eventualmente podría elevar
el nivel de compasión de la Corte hacia los desafortunados. Pero su historial es
más parecido al de Bork que al de cualquiera de los otros dos nominados que
han tenido éxito. omas fue el presidente de la Equal Employment Opportunity
Commission durante la administración de Reagan, y, como uno de los pocos
hombres negros en esa administración, impartió numerosos discursos a grupos
conservadores. Él integró la junta de asesores de un periódico conservador de raza
negra y rmó una importante nota sobre planicación familiar que, entre otras
cosas, solicitaba el nombramiento de jueces para la Corte Suprema que estuvieran

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