Learned Hand

AutorRonald Dworkin
Páginas395-412
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Learned Hand
Luego de pasar por la facultad de Derecho, trabajé durante un año para el
Juez Learned Hand, del Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos co-
rrespondiente al Segundo Circuito en Manhattan. Una tarde tenía que dejar un
memorándum en su casa y le pregunté a la joven mujer con la que me encontra-
ba cenando si no me acompañaría, ya que sólo me demoraría un segundo. Pero
cuando Hand atendió la puerta, nos invitó a entrar, nos preparó unos martinis
secos y conversó con mi nueva amiga durante dos horas de historia del arte, de
su viejo amigo Bernard Berenson, del estado de la Universidad de Harvard, de la
política de Nueva York, de la Corte Suprema y de muchos otros temas. Cuando
dejamos la casa, y mientras descendíamos por los escalones de piedra negra, ella
me preguntó: “Si en el futuro veo más de ti, ¿también tendré que ver más de él?”.
Learned Hand fue uno de los mejores jueces de los Estados Unidos y ahora,
gracias a la brillante biografía de Gerald Gunther, todos podemos ver mucho más
de él. Hand escribió de manera prodigiosa —miles de fallos judiciales, así como
decenas de miles de memorándums a sus colegas, cartas a sus legiones de amigos,
ensayos académicos, discursos ceremoniales y ensayos losócos— y un volumen
enorme de material estuvo a disposición de Gunther a poco tiempo de su muerte,
ocurrida en 1961. En las décadas subsiguientes, Gunther ha tenido una carrera
académica muy distinguida: es profesor de Derecho constitucional en la Facultad
de Derecho de Stanford y autor de uno de los más importantes libros de casos sobre
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la materia. Pero la familia de Hand y sus admiradores se han mostrado sumamente
impacientes por su biografía.
La espera ha valido la pena. Learned Hand, de más de ochocientas páginas,
no sólo es un libro completo, sino también penetrante y esclarecedor. Su sobre-
cubierta, con la famosa e inquietante fotografía de Hand posando como el típico
juez platónico, con sus ojos resplandeciendo por debajo de sus famosas cejas, es
un espléndido regalo. El libro de Gunther combina cuatro historias diferentes,
cada una de las cuales podría haber dado lugar a un libro independiente, y su logro
puede ser mejor apreciado si cada una de estas historias se revisa por separado.
La primera narra la historia del segundo siglo de los Estados Unidos, desde
la perspectiva de un hombre público y sensible que vivió durante la mayor parte
del mismo. Hand nació en 1872, unos años luego de que terminara la Guerra
Civil, y murió en 1961, cuando John Kennedy era Presidente. Describir su vida
implica describir muchas de las instituciones, personalidades y movimientos es-
tadounidenses que fueron centrales durante esos noventa años. En la Universidad
de Harvard en la década de 1890, Hand estudió losofía con Santayana, Royce y
James; también se hizo amigo de los judíos allí presentes, quienes contribuyeron
a arruinar las posibilidades que tenía de obtener una membresía en el exclusivo
Porcellian Club, al que él tanto aspiró. En la Facultad de Derecho de Harvard, él
presenció los inicios de la transformación perpetrada por el Decano Christopher
Columbus Langdell, tendiente a transformar la educación jurídica estadounidense
a través del sistema de casos. Su propia práctica jurídica, primero en Albany, donde
había nacido, y luego en Nueva York, fue pobre, pero entonces todavía era posible
que un joven abogado, brillante y afable, y con un buen historial académico, se
diera a conocer entre las personas importantes de la profesión, algo que él hizo.
En 1909, sus amigos le aseguraron un lugar en la judicatura, un trabajo tan poco
deseado por los abogados prometedores, y tan mal pago, que su suegro lo consideró
un tonto por aspirar al mismo.
Aunque los miembros de la familia de Hand fueron demócratas en la tradición
de Jeerson, y reaccionaron con consternación ante la doctrina “progresista” según
la cual el gobierno nacional debería regular el comercio y la industria al servicio
de la justicia, él se convirtió tempranamente al movimiento progresista. Persuadió
a eodore Roosevelt, a quien conoció, para que leyera el maniesto progresista
de Herbert Croly, e Promise of American Life, que se transformaría en la biblia
de Roosevelt. Él mismo trabajó con Croly para crear la New Republic, para la cual
escribió artículos que no llevaron su rma. En 1912, se unió al partido Progresista
de Roosevelt, ayudó a diseñar su plataforma electoral y, un año después, compitió
sin éxito por un lugar en el Tribunal de Apelaciones de Nueva York.
A partir de allí, se volvió más el a su propio punto de vista de que los jueces
no deben tomar partido públicamente en los asuntos políticamente controvertidos.

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