Los jueces

AutorRonald Dworkin
Páginas313-314
313
P   en las que las personas piensen que no importa quiénes
son los jueces y que el Derecho es un sistema mecánico similar a una calcu-
ladora, capaz de ser manipulado para que cualquiera que tenga el entrenamiento
adecuado pueda alcanzar el mismo resultado. Por el contrario, constituye una
objeción común a la tradición constitucional de los Estados Unidos, la cual otorga
a los tribunales suciente poder como para invalidar actos del Congreso y de las
legislaturas estatales, que, cuando ese poder se ejercita, no depende de una ley
inamovible sino de quiénes terminen siendo los jueces —en particular, los jueces
de la Corte Suprema—. La lectura moral reconoce esto como algo inevitable:
las proposiciones morales abstractas de la Carta de Derechos no se aplican por sí
mismas, y aunque la latitud interpretativa abierta a cualquier juez en cualquier
circunstancia de control constitucional se encuentra limitada por la historia y la
integridad, en las formas que intenté describir en la Introducción y en el Capítulo
2, las convicciones políticas de un juez se plasmarán en muchos casos en el enfoque
que adopte sobre qué interpretación sea la más adecuada.
Los capítulos de esta parte discuten las convicciones constitucionales de tres
jueces importantes, cuyas convicciones políticas han ejercido inuencia en el
Derecho de los Estados Unidos, aunque de maneras muy diferentes. La mayor
contribución de Robert Bork a la jurisprudencia constitucional estriba en una
falla —en su intento poco exitoso de ser conrmado luego que que el Presidente
Reagan lo nominara para integrar la Corte Suprema—. Los tres capítulos están
dedicados a esta historia importante. El Capítulo 12 fue escrito luego de que Re-
agan nominara a Bork, pero antes de que comenzaran las audiencias del Senado.
Allí argumenté que lo indicado para determinar si el nombramiento de un juez
debe ser conrmado es inspeccionar la losofía constitucional del mismo; sobre
esa base, sugerí que Bork no debía serlo. El Capítulo 13 fue escrito luego de que
el Senado rechazó nalmente la nominación; consideré cuál es la lección que
debe extraerse de ese evento. Bork escribió un libro intentando ofrecer su propia
respuesta a esa pregunta, y en el Capítulo 14 evalúo y rechazo su respuesta. Podría
parecer extraño dedicar tres capítulos a un solo evento de la historia constitucional,
y, en retrospectiva, estoy sorprendido en lo más profundo sobre la indignación
que expresé alrededor de los puntos de vista de Bork. Pero, como argumento en

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