Neoliberalismo: motor económico del saqueo

AutorUgo Mattei - Laura Nader
Páginas69-112
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Neoliberalismo: motor económico del saqueo
Capítulo II
Neoliberalismo:
motor económico del saqueo
2.1. LA BONANZA ARGENTINA
La construcción de un esquema neocolonial es bastante
simple: en lugar de un buque de guerra, y un sistema legal
abiertamente discriminatorio, es el espejismo de la eficiencia
y una imagen de Estado de Derecho lo que permite el saqueo
legal. El arma ideológica utilizada por las nuevas élites locales y
sus contrapartes de Wall Street, es el deseo de construir mercados
eficientes gobernados por el Estado de Derecho. Éste es el único
camino al desarrollo tal como es concebido por la vulgata de
las instituciones financieras internacionales, también conocida
como el Consenso de Washington o la política neoliberal. Como
en el reciente caso de Argentina, liberada del dominio colonial
español por el libertador San Martín, ya en 1816, el desenlace
sigue un asombroso patrón de continuidad en el saqueo.
La historia del saqueo neoliberal en Argentina comienza a
desarrollarse en la primera fase del boom del mercado mundial
que siguió al triunfo del capitalismo occidental en la Guerra Fría.
Históricamente, Argentina ha incumplido sus préstamos inter-
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Ugo Mattei | Laura Nader
nacionales en cuatro ocasiones, dos de las cuales se debieron a
las crisis económicas mundiales en 1890 y 1930, mucho antes
de que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
(FMI) existieran. La primera quiebra importante de la historia
neoliberal ocurrió en el año 1982 como consecuencia de la
última guerra británica imperial, la Guerra de Las Malvinas,
seguida por la caída del régimen fascista de terror del general
Galtieri (un régimen apoyado por la CIA). Luego, en enero del
2002, el gobierno argentino anunció que no iba a pagar $ 141
billones en la deuda del sector público —el mayor incumpli-
miento de un estado soberano en la historia—.
Los dos últimos incumplimientos abren y cierran los 20
años del triunfo del modelo neoliberal inaugurados por la pri-
mera ministra Thatcher y el presidente Reagan en la década
de los 80. Los 20 años transcurridos entre un incumplimiento y
el otro son particularmente importantes para un estudio sobre
el saqueo, ya que se han caracterizado por: (1) un abundante
uso de la democracia y la retórica del Estado de Derecho en un
Estado anteriormente militar y tradicionalmente autoritario,
y (2) un importante papel desempeñado por las instituciones
financieras internacionales para asegurar la estabilización
y el alineamiento del modelo argentino a los dictados de la
política neoliberal. Curiosamente, un nivel sin precedentes
de influencia fue ejercido a lo largo de este período por las
doctrinas económicas de la Escuela de Chicago, simboliza-
da por el destino político de un darling de las instituciones
financieras internacionales, el economista, formado en la
Universidad de Chicago, Domingo Cavallo, quien fue minis-
tro de economía por mucho tiempo, sirviendo bajo el mandato
de varios presidentes argentinos.
La decisión de Cavallo, muy aplaudida por el Consenso de
Washington, fue la de establecer, en 1991, un tipo de cambio
fijo de un peso argentino por un dólar, inaugurando así la nue-
va, y audaz, temporada postcomunista de la hegemonía de los
EE.UU. El resultado de esta tasa “vinculada” fue la entrega de la
soberanía económica de Argentina a los Estados Unidos (y por
lo tanto a las instituciones del capitalismo corporativo mundial,
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Neoliberalismo: motor económico del saqueo
donde EE.UU. cuenta con la mayor participación). Las razones
de este cambio fueron las mismas que las de docenas de países
(sobre todo Ecuador), cuyas economías están hoy oficialmente
“dolarizadas” —grave recesión económica, alta inflación, déficit
fiscal y quiebra de bancos generalizada—.
Poco más de diez años después de la audaz maniobra de
Cavallo, cinco presidentes fueron revocados en pocas semanas
y el peso fue finalmente “liberado” del dólar. Una carrera hacia
los bancos siguió a la dramática devaluación del peso, donde
los depositantes descubrieron que sus retiros de dinero estaban
estrictamente limitados, desembocando en protestas callejeras
y violentos motines desde Buenos Aires hasta Salta. Los ar-
gentinos se habían enterado de que su economía, incluyendo
la parte más valiosa de su sector público, y en particular sus
ahorros, había sido saqueada. Poco después, muchos pequeños
inversionistas en los Estados Unidos y en Europa descubrieron
el mismo destino infeliz de los ahorros que habían invertido en
bonos argentinos. En el curso de los mismos 10 años, las gran-
des empresas de valores en Wall Street —prestigiosos nombres
como Morgan Stanley, First Boston, Goldman Sacks, o Merrill
Lynch— cosecharon casi un billón de dólares en comisiones
por suscripción de bonos del gobierno argentino. Ellos habían
sido empaquetados como derivados en una variedad de formas
creativas, con la generosamente compensada ayuda de los
estudios de abogados de Wall Street, con nombres igualmente
prestigiosos.
Han sido muchos los autores del saqueo que afectó al 57%
de los argentinos que son hoy oficialmente pobres, a pesar de
vivir en uno de los países naturalmente más ricos en el mundo.
No estamos interesados aquí en atribuir culpa o responsabilidad
política. Por el contrario, estamos interesados en comprender la
dinámica del saqueo, su conexión con la ideología del Estado
de Derecho, junto con el rol hegemónico del Derecho esta-
dounidense. De hecho, un saqueo de tal magnitud requiere
de impresionantes habilidades profesionales en el ámbito del
Derecho y las finanzas, y algún trabajo político previo, una ac-
tividad llevada a cabo mediante el control del proceso político

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