Construyendo las condiciones para el saqueo

AutorUgo Mattei - Laura Nader
Páginas191-234
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Construyendo las condiciones para el saqueo
Capítulo V
CONSTRUYENDO LAS CONDICIONES
PARA EL SAQUEO
5.1. EL SAQUEO DEL PETRÓLEO: IRAK Y OTROS LUGARES
El saqueo, interno y externo, fue el medio más importante de
acumulación primitiva del capital, una acumulación que, después
de la Edad Media, hizo posible una nueva etapa histórica en la
evolución económica del mundo. En la medida que la economía
monetaria se extendió más y más los estratos sociales y las regiones
del mundo se vieron inmersos en intercambios inequitativos1.
E. Galeano
1 gAleAno, Eduardo, Open Veins of Latin America: Five Centuries of the
Pillage of a Continent, traducción de Cedric Belfrage, Monthly Re-
view Press, Nueva York, 1973 (reimpresión 1997), p. 28. Ver tam-
bién klein, N., “Bomb before you burp: the economics of war”, en
Seattle Journal for Social Justice, primavera/verano, 2004; y lAPhAm,
Lewis, “Lionhearts”, en Harper’s Magazine, septiembre, 2006, para
un análisis incisivo de la Guerra de Irak como un suceso económico
—“La transformación de un desierto olvidado por Dios en un Jardín
del Edén de contratistas de defensa”—.
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Ugo Mattei | Laura Nader
Mientras hoy en día, a menudo, el saqueo no necesita el
uso abierto de la violencia directa, pues en vez de ello utiliza
sutilmente al Derecho para obtener una fachada de legitimidad
sobre acuerdos injustos, en algunas instancias se presenta muy
similar a las condiciones primitivas de sus tempranas versiones
coloniales y toma la forma de una abierta guerra de conquista.
En la presente fase del capitalismo corporativo, el precio
de la guerra no es necesariamente el saqueo directo de recursos
locales valiosos. Muchas veces, como en el Afganistán contem-
poráneo, el precio de la guerra es la liberación de la economía
y la introducción de un Estado de Derecho capaz de sostener
las necesidades de las corporaciones. Como fue notado por
observadores muy diferentes como Adam Smith y Karl Marx,
las empresas capitalistas están en constante búsqueda de nuevos
espacios y no tienen piedad a la hora de abrirlos, a menudo
contratando los servicios de los estados-nación.
Hay muy poco de nuevo bajo el sol, incluyendo, por ejem-
plo, la Guerra del opio en China (1839-42). En nombre del libre
mercado, el gobierno británico libró la guerra para mantener el
derecho de la East India Company de comercializar opio indio
para el té chino. De acuerdo con los británicos, las autoridades
chinas no tenían derecho de proteger a su población en contra
de la adicción a las drogas declarando ilegal al comercio de opio.
Igualmente, de acuerdo con los Estados Unidos, los gobiernos
europeos de hoy en día, países firmantes de la Organización
Mundial del Comercio (OMC), no tienen derecho de proteger
la salud de su población prohibiendo semillas genéticamente
modificadas producidas por Monsanto. La Guerra del opio fue
similar a muchas otras campañas militares que los gobiernos
inglés y estadounidense pelearon para proteger los intereses de
sus empresas nacionales representadas por compañías como
United Fruit* (que se dedicó a algo más que el negocio bananero)
* N. del T.: United Fruit Company era una multinacional estadou-
nidense que producía y comercializaba frutas tropicales. A lo largo
de su historia ha sido objeto de múltiples escándalos de evasión tri-
butaria y corrupción, pero el más grave es la llamada “masacre de las
bananeras” acontecido en 1928, por el cual se le acusó de asesinar
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o Union Carbide (gas, petróleo y minerales) en toda Latinoamé-
rica. Nadie ha expresado mejor la lógica de tales guerras que el
presidente estadounidense (y en diferentes momentos Presidente
de la Corte Suprema) William H. Taft en 1912: “[t]odo el hemisfe-
rio será nuestro, de hecho como, en virtud de nuestra superioridad
de raza, ya lo es moralmente…”. De acuerdo con una perspectiva,
que es hoy parte del Consenso de Washington, la política externa
de Estados Unidos “puede bien ser hecha para incluir una inter-
vención activa con el fin de asegurar nuestras mercancías y nuestra
oportunidad capitalista para inversiones rentable s”2.
Hoy, como en el pasado, la ideología en una variedad de
formas y con cierta credibilidad, es usada tanto ex ante como
ex post para ocultar el saqueo, con niveles de éxito variable. El
colonialismo también hizo un uso abundante de la ideología
para justificar una práctica moralmente inaceptable. La moder-
nización, civilización, desarrollo y armonía han sido explicadas
de esa manera. Es cierto que los Estados Unidos, en compara-
ción con los poderes europeos, siempre ha mostrado un rostro
anticolonialista, pero cuando se trata de la práctica de privar
a países foráneos de soberanía, la diferencia no es tan obvia, y
más bien comparten mucho de la retórica y el doble discurso.
Por ejemplo, Haití nunca fue “colonizada” por el gobierno de
los Estados Unidos, pero fue ocupada por más de 20 años,
durante los cuales la segregación racial y el trabajo forzado
fueron reintroducidos, miles de trabajadores rebeldes fueron
asesinados, e incluso los salarios del Presidente y los Ministros
fueron suspendidos, hasta que acordaron convertir el Banco
Nacional en una subsidiaria del New York City Bank3. ¡Una
advertencia para los gobiernos de Afganistán e Irak!
a trabajadores colombianos que exigían mejoras salariales. La empresa
cambió su razón social y actualmente opera bajo el nombre de “Chiquita
Brands”, empresa que en el año 2007 enfrentó un juicio en Estados
Unidos por haber contratado a paramilitares en Colombia, quienes
fueron responsables de la matanza de campesinos y trabajadores.
2 gAleAno, Eduardo, ver nota 1, p. 107.
3 gAleAno, Eduardo, ver nota 1, p. 108.

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