Sobre ponderaciones. Debatiendo con Manuel Atienza

AutorJuan Antonio García Amado/Manuel Atienza Rodríguez
Cargo del AutorCatedrático de Filosofía del Derecho, Universidad de Alicante
Páginas39-85
39
SOBRE PONDERACIONES.
DEBATIENDO CON MANUEL ATIENZA
Juan Antonio García Amado
1. Nociones elementales sobre fenomenología de la ponde-
ración
1.1. Sopesando objetos
Ponderar se parece más a sopesar que a pesar. Por otro
lado, el gran debate actual en la teoría jurídica y jurídico-
constitucional se radica en la ponderación relativa de principios
en litigio para un caso.
Supongamos que tengo un lápiz y que quiero pesarlo para
conocer su peso. Necesito: a) un instrumento de pesaje que b)
aplique un patrón de peso establecido (por ejemplo, en kilos y
con arreglo al sistema métrico decimal). O tengo esa balanza
que dé una información objetiva y fiable del peso de mi lápiz
o no podré pesarlo. Pero puedo sopesarlo. Sopesar y ponderar
son términos que funcionan como sinónimos a estos efectos.
40
JUAN ANTONIO GARCÍA AMADO
Sopesar mi lápiz significa que lo tomo en mi mano y hago
un cálculo a ojo, siempre aproximativo. Es mi experiencia, mi
sensibilidad y mi habilidad lo que me pone en situación de
calcular con más o menos acierto el peso de tal objeto, pero
nunca voy a acertarlo con gramos o miligramos exactos.
Ese sopesar puede acontecer de dos modos o por dos ra-
zones. Yo puedo tener un motivo o interés para saber cuál es
el peso de mi lápiz. A falta de báscula que me permita pesarlo,
lo sopeso; es decir, a falta de conocimiento objetivo de tal dato,
emito un juicio lo más aproximado que puedo, pero sin garan-
tía ninguna de exactitud o precisión. Pero mi interés también
puede ser, por la razón válida o comprensible que queramos,
el de saber si mi lápiz pesa más que mi bolígrafo. Si tengo con
qué pesarlos con precisión bastante, los peso. Si no, sopeso
uno y otro y doy un juicio, fundado en esas sensaciones mías
al sopesar uno en cada mano o uno y otro en la misma mano,
sucesivamente. Diré, por ejemplo, que (me parece que) pesa
más el lápiz que el bolígrafo.
Haya pesado o haya sopesado, mi afirmación de que el
lápiz es más pesado que el bolígrafo puede toparse con un
interlocutor no convencido y que, en consecuencia, demande
razones para aceptar tal enunciado mío con ese contenido. Si
lo que afirmo se basa en un pesaje en una báscula con precisión
suficiente para lo que se requiere, me bastará decir eso: que lo
sé porque los pesé, y al pesar el lápiz y el bolígrafo comprobé,
sin ningún género de duda, el mayor peso del primero. No
necesitaré dar ninguna razón justificativa del resultado más
que esa alusiva a que se obtuvo con un instrumento y por un
procedimiento que son garantía de objetividad. Si mi interlo-
cutor quiere cuestionar ese resultado que le presento, no podrá
hacerlo manejando razones directamente dirigidas contra el
41
SOBRE PONDERACIONES. DEBATIENDO CON MANUEL ATIENZA
resultado en sí, sino aduciendo defectos o mal manejo de la
balanza (por ejemplo, que está trucada) o del modo de usarla
(por ejemplo, que le di a una tecla para medir densidad del
objeto y no peso).
En cambio, si mi afirmación sobre el mayor peso del lápiz
se apoya en que en mi mano lo sopesé y sopesé también el
bolígrafo, ¿en qué situación estamos? ¿Podrá mi interlocutor
preguntarme por qué mi sopesar me da ese resultado y no otro?
Sin duda podrá, pero únicamente cabe que yo le responda
que es lo que me parece a mí, y que me lo parece con toda
honestidad y con la mayor sinceridad. Si él sigue dudando,
no tendré más razón que darle y nada más que tendrá sentido
que le pase a él los dos objetos para que, a su vez, los sopese.
Para ver qué es lo que le parece a él. Es decir, una impresión
puramente subjetiva, como la que resulta al sopesar un objeto
(o dos objetos comparativamente) no es susceptible de ser
justificada con más razones que razones personales: lo que me
parece, lo que siento, lo que opino… Eso puede mejorar, pero
no cambia en lo sustancial si estamos de acuerdo en un método
mejor para sopesar. Por ejemplo, que primero se ponga caca
objeto en una mano, luego que se cambien de mano y después
que se pongan juntos en la misma mano. Serían tres pasos del
sopesar…, de la ponderación de objetos a falta de balanza con
la que pesarlos.
Ahora sopesa mi interlocutor que no se había creído el ve-
redicto resultante de mi sopesar. Lo hace con cuidado y calma
y concluye, con tan intachable honestidad y sinceridad como
las mías, que es más pesado el bolígrafo. Le pregunto que por
qué lo cree él, como yo antes, me da el único tipo de explica-
ción que le cabe: que eso le parece francamente y por mucho
que repita la operación y por gran de cuidado que le ponga.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR