Carta sobre la ponderación

AutorJuan Antonio García Amado/Manuel Atienza Rodríguez
Cargo del AutorCatedrático de Filosofía del Derecho, Universidad de Alicante
Páginas87-110
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CARTA SOBRE LA PONDERACIÓN
Manuel Atienza Rodríguez
Querido Juan Antonio:
Hace tiempo que tengo en la cabeza (desde que nos vimos
en León en el seminario de septiembre) contestar a tu comen-
tario crítico a mi artículo a propósito de la ponderación. Pero
no quería (no podía) hacerlo antes de haberme librado de una
serie de compromisos que me han traído a mal traer durante
todas estas semanas. Disculpa por lo tanto esta demora que
inevitablemente va a suponer un retraso también en nues-
tro proyecto de escribir un librito sobre la ponderación que
tenga la forma de una polémica entre nosotros dos con algún
comentario externo. Estoy seguro, por lo demás, de que mi
incumplimiento no te parecerá muy grave, entre otras cosas
porque parece obvio (en esto no creo que haya discrepancias
entre nosotros) que la discusión sobre la ponderación —a pesar
de la enorme cantidad de páginas que ya se han escrito sobre
el asunto— no ha hecho, por así decirlo, más que empezar.
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MANUEL ATIENZA RODRÍGUEZ
He pensado —de lo que ya te habrás dado cuenta— en
darle a mi contestación una forma epistolar. Me parece que de
esta manera podré exponer mis argumentos de una manera más
personal y directa, aunque quizás menos sistemática de lo que
resultaría si hubiese optado por un formato más convencional.
Pero, al fin y al cabo, una exposición de este último tipo es lo
que hice ya en mi artículo “A vueltas con la ponderación”, y
puesto que será inevitable que repita muchos de los argumen-
tos que aparecían allí (te anticipo ya que, después de leer tu
crítica, sigo pensando sobre la ponderación de manera no muy
distinta a como pensaba antes), al menos me propongo cambiar
la manera de presentarlos. En definitiva, yo creo que el género
epistolar puede prestarse bien para una polémica amistosa y
desenfadada como es la nuestra.
Y ya que estamos, y puesto que ambos amamos las discu-
siones que se desenvuelven en un estilo directo y sin muchas
contemplaciones, empiezo por señalarte algunas falacias que
me ha parecido poder detectar en tu crítica. Son cuatro y te
las enuncio ahora como de entrada, pues yo creo que volverán
a salir en otros momentos de esta carta.
La primera es la que se suele llamar de “el hombre de
paja” y, en mi opinión, la cometes en cuanto haces de mí un
defensor de una versión del constitucionalismo ajena por
completo a mi manera de pensar y que, además, he combatido
en muchísimas ocasiones. O sea, me presentas en tu artículo
como alguien que piensa que, para decidir un caso jurídico,
un juez puede prescindir tranquilamente de las reglas e ir sin
más a los principios para encontrar allí (o para inventarse, to-
mando como excusa los principios) la solución que uno piensa
es la justa. Sin duda, esa manera de construir la imagen del
adversario (teórico) facilita las cosas a la hora de formular una

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