¡Qué tal raza!

Por Fernando De Trazegnies (*)

Si tomamos como criterio de racismo el caso del apartheid de Sudáfrica, donde por ley había zonas donde no podían estar los negros, como playas, autobuses, hospitales, escuelas y hasta bancos en los parques públicos o incluso si tomamos el severo segregacionismo estadounidense de hace unas décadas, llegaríamos a la conclusión de que en el Perú no existe racismo: no existe ni ha existido nunca, desde la abolición de la esclavitud, un régimen jurídico excluyente.

Sin embargo, si miramos con más detalle, observamos que el Perú es un país extremadamente racista, aunque este no se manifieste en forma oficial, abierta y legalmente compulsiva, sino que opera como parte natural del tejido de relaciones sociales; es un racismo ?subcutáneo?, insidioso, que no se manifiesta en forma de leyes sino como parte ?natural? de la vida en sociedad. A veces la situación explota y tenemos un caso de racismo que sube a la epidermis. Estos casos son aparatosos, condenables. Pero no debemos olvidar que no son sino manifestaciones de un mal más profundo que es el que debe ser combatido.

Vivimos en un país eminentemente ?fusional?, constituido por muchas razas que han contribuido todas a hacer el Perú actual: simplificando, podríamos decir que es un país formado por indígenas, blancos, mestizos, negros, asiáticos. Y esta lista se descompone a su vez en múltiples ramificaciones: los blancos de origen hispano no son iguales a los de origen italiano ni a los de origen anglosajón; los indígenas de la sierra pueden ser quechuas o aimaras, e incluso los del norte se sienten distintos de los del sur; los asiáticos son mayormente chinos y japoneses, es decir, dos razas distintas; los mestizos ya desde la época del Virreinato presentan todas las combinaciones raciales imaginables.

Sin embargo, el racismo forma parte de la cultura popular de todas las razas originarias, con diferentes grados y modalidades. El blanco desprecia a todos los demás, el mestizo de origen indígena (cholo) desprecia el negro, el negro desprecia tanto al cholo como al asiático (recordemos ese terrible acto de vandalismo que se produjo en Cañete en el siglo XIX, donde los negros asesinaron cruelmente a muchos chinos); a su vez los japoneses desprecian a los chinos. Pero también las regiones se convierten en criterios para el racismo. Así los costeños (básicamente blancos, mestizos y negros) desprecian a los andinos o ?serranos?. Y tanto los costeños como los...

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