Flexibilidad, mindreading y representación: hacia la destreza cognitiva de argumentar

AutorCristián Santibáñez
Páginas67-107
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Flexibilidad, mindreading y representación:
hacia la destreza cognitiva de argumentar
3.1. INTRODUCCIÓN
La capacidad cognitiva de argumentar pareciera reunir las características
de transacción entre un organismo que busca orientarse en una ecología
de información material y cultural. Como sostuve en el capítulo anterior,
es una capacidad que claramente diseña, o ayuda a diseñar, su ambiente,
mostrando así lo que Sterelny (2012) propone respecto de organismos cogni-
tivos que moldean sus entornos. Evidentemente, las convenciones y normas
en el comportamiento social y lingüístico así lo atestiguan: convenciones
y normas son análogos a otros logros evolutivos de ingeniería del ambiente
llevados a cabo por otros organismos.
El agente humano es, valga repetirlo, uno que recibe y envía informa-
ción a un ambiente que le impone contextos y desafíos muy distintos. En esta
tarea, el agente se moviliza y cambia de entornos para efectos de lograr éxito
adaptativo. La doble reexividad —colectiva— que muestra la movilización
en la cultura humana es un hecho notable: así como alimentamos y diseña-
mos la capacidad argumentativa para ayudar al agente en su supervivencia
en estos contextos (socialización familiar y educación comunitaria, dos de
las formas más distintivas), así también, y sincrónicamente, se establecen
las normas que los mismos agentes justican con tal capacidad para limitar
tal tránsito, estableciendo normas que le obligan, prohíben, conducen y/o
habilitan a recibir y enviar información cultural, e incluso movimientos
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físicos. De modo que la exigencia en plasticidad o exibilidad para el agente
para sumarse a esta forma de comportamiento cognitivo y social es alta. Pero
estamos preparados para dar respuesta a la demanda. En esta preparación
contribuyó, como se sostuvo, el comportamiento altruista recíproco, como
parte de la literatura losóca y cognitiva ha expuesto (Fehr & Fischbacher,
2003; West, Grin & Gardner, 2006, 2007; Hwang & Bowles, 2012). Sin
embargo, otros subcomponentes cognitivos también tienen un rol clave.
En este capítulo, precisamente, discutiré el funcionamiento de dos
subcomponentes desde la perspectiva del comportamiento argumentativo;
vale decir, cómo contribuyen ellos al funcionamiento de tal capacidad
cognitiva: desarollar inferencias para involucrarse en una argumentación.
Estos dos subcomponentes son la capacidad mindreading y la capacidad de
representar. En esta aproximación se hace necesario abordar primero algunas
discusiones en torno al desarrollo del compuesto cerebro-mente, en tanto
contenedor de estas facultades necesarias, y se hará en directa relación con el
problema de la plasticidad cognitiva de nuestra especie, dando cuenta espe-
cícamente de las teorías relativas a la importancia de la hipótesis losóca
de la inteligencia social para apreciar de mejor forma el funcionamiento de
lo que se conoce bajo el nombre mindreading, la capacidad particular de
leer la mente de los demás, teorizar sobre cuáles serían sus creencias, adelan-
tarse a ellas; en segundo lugar, se abordará la relación entre representación,
inferencia y argumentación, con el objeto de observar qué función tienen
en una operación inferencial y argumentativa. Como se verá, el capítulo irá
avanzando en una lectura cruzada entre diferentes posiciones losócas y
cognitivas que discuten estas materias, recogiendo particularmente aspectos
evolutivos. Mi posición se irá explicitando en cada apartado, por lo que en
las conclusiones del capítulo se recogen los puntos centrales de ellas.
3.2. LA HIPÓTESIS DE LA INTELIGENCIA SOCIAL: CEREBRO,
PLASTICIDAD E INFERENCIA
Desde una perspectiva evolutiva, como sostiene Geary (2005), el siste-
ma neural humano tuvo que ir cambiando hacia una estrategia de adaptación
que se modicara en virtud de la variabilidad del entorno, particularmente
de la ora y fauna circundante. Los resultados indican que cambió hacia
una modularidad exible que permitió plasticidad, o modicalidad, en
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el desarrollo cerebral. Parte de lo que explica estos cambios se expone a
continuación.
Desde el punto de vista de la evolución cultural y social en la que los
agentes humanos estamos inmersos, la demanda por exibilidad mental es
alta, tanto desde el ángulo emocional (aquí caben por ejemplo sesgos emo-
cionales: los niños responden con sonrisas a las sonrisas en caras de adultos,
o con miedo cuando se encuentran con un rostro adulto apático, a pesar de
que no exista razón para sentir tal miedo) como también desde el punto de
vista cognitivo. En este último aspecto, la hipótesis de la inteligencia social
uye con cierta fuerza sin, por cierto, estar excenta de problemas losócos
(Boyd, 2009; Carruthers, 2011). Trataré en breve la hipótesis de la inteli-
gencia social; antes, se deben ofrecer algunos elementos más generales sobre
la exibilidad mente-cerebro de nuestra especie.
La única posibilidad para que cualquier facultad o competencia espe-
cíca se desarrollara (como el lenguaje, la capacidad de leer la mente de los
demás, memoria, etc.) era la existencia de un contenedor con capacidad
y plasticidad adecuada para albergarlas. Las tesis al respecto son a veces
tajantes. Deacon (1997) sostiene que la historia del cerebro humano ha
evolucionado ligada a la evolución del lenguaje. La posición de Deacon
(1997) es que el cerebro comenzó sus modicaciones, importantes para el
establecimiento del nicho simbólico, cuando se empezó el uso de utensilios,
que signicó una motorización de la cognición, hace 2,5 millones de años;
sumado a esto, el cerebro recibe la articulación vocal, hace 1,5 millones
de años, al principio del Homo erectus, con lo que va acomodándose a los
requerimientos del lenguaje. Dicho de otra forma, el cerebro se adapta en
su exibilidad a cambios motores, sensoriales y neumónicos.
Frente a esta posición, que admite que el cerebro evoluciona por la
presión del lenguaje, está la que sostiene que, primero, el cerebro es pro-
ducto de un proceso en el que los agentes imitan conductas. Blackmore
(1999) replica que si los utensilios se utilizaron para atacar y defenderse de
un animal, entonces cómo se explica el hecho que haya una innidad de
animales que hacen estas tareas con un cerebro muchísimo más pequeño.
Frente a la hipótesis que sostiene que el crecimiento del tamaño del cerebro
se debe a los procesos de agrupamiento e inteligencia social maquiavélica, y
concomitante con ello a la desconanza reinante entre unos y otros, lo cual
demandó mucha energía y capacidad de procesamiento de información,

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