El drama de la identidad universitaria y el lugar de la filosofía en la enseñanza

AutorVictor Palacios Cruz
Páginas121-139
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EL DRAMA DE LA IDENTIDAD UNIVERSITARIA Y EL LUGAR DE LA
FILOSOFÍA EN LA ENSEÑANZA
Víctor H. Palacios Cruz1
RESUMEN
A partir de una comprensión de la identidad universitaria, en atención a su historia y su
responsabilidad social, se propone una mirada de la realidad universitaria del Perú y se
examinan las consecuencias de los cambios que ella ha experimentado en los últimos
años. Se defiende la exigencia académica y la calidad profesional y personal de los
profesores como un camino insoslayable en la encrucijada. Finalmente, se describe la
irreemplazable contribución de la filosofía a la educación y la vida universitaria en su
conjunto.
ABSTRACT
From an understanding of the university identity, in view of its history and its social
responsibility, is proposed a look of university reality of Peru and the consequences of
the changes she has seen in recent years are examined. academic rigor and professional
and personal quality of teachers as an unavoidable path at the crossroads fights. Finally,
is described the irreplaceable contribution of philosophy to education and university life
as a whole.
PALABRAS CLAVE
Educación, universidad, sociedad, filosofía, Perú
KEYWORDS
Education, university, society, philosophy, Peru
SUMARIO
I. UNA IDEA SOBRE LA UNIVERSIDAD. II. LA REALIDAD
UNIVERSITARIA EN EL PERÚ. III. LA MEDIOCRIDAD DE LA
ABUNDANCIA. IV. EL CORAJE DE LA EXCELENCIA. V. EL LUGAR DE LA
FILOSOFÍA EN LA UNIVERSIDAD.
1 Escritor y filósofo. Profesor de filosofía de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo.
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I. UNA IDEA SOBRE LA UNIVERSIDAD
Julián Marías decía que cuando queremos saber qué es un octaedro, damos una
definición, y si se trata de una lechuza acudimos a una descripción. Pero cuando se nos
pregunta quién es Miguel de Cervantes, contamos una historia.
Los humanos no somos seres constreñidos en la celda de una definición que,
literalmente, “da fin” a una forma de ser. A partir del sustrato de los hechos y la
naturaleza, cada quien conquista su identidad por medio de su obrar a lo largo del
tiempo. “Para conocer a alguien, hay que seguirle larga y atentamente la huella”, decía
Michel de Montaigne.
La universidad, que al fin y al cabo es algo humano, tiene un rostro, es decir, una
historia. Hacia 1088, en Bolonia (Italia) se creó la primera organización que llevó este
nombre. Por ella pasaron figuras decisivas en la transición hacia la modernidad: Dante,
Petrarca, Pico de la Mirandola y Erasmo de Rotterdam. Ella fue, asimismo, el modelo
de las universidades fundadas más tarde en el resto de Europa (Oxford, París,
Salamanca) y de la primera surgida en América en 1551, llamada San Marcos.
Lo original de la primera de todas fue el hecho de haber sido producto de la iniciativa de
los profesores y estudiantes de las escuelas municipales que funcionaban en aquella
urbe medieval. La institución que hoy conocemos no descendió de la potestad de un
cetro o un báculo. Su aparición fue resultado del acuerdo de unas voluntades que
deseaban aprender. Y aprender juntas, formando una comunidad. Puesto que ver juntos
es siempre ver más.
Tempranamente prosperaron los estudios de Derecho, Medicina y Teología.
Emprenderlos requería dominar otras disciplinas entendidas como necesarios requisitos:
por un lado, gramática, retórica y lógica (el llamado trivium) y, por otro, aritmética,
geometría, música y astronomía (el quadrivium).
Con variaciones de mayor o menor importancia a lo largo de los siglos (incluida la
reforma napoleónica que le imprimió una subordinación al Estado y, con ello, una
enseñanza sujeta a las necesidades sociales), las universidades han conservado y
protegido su carácter de centro de investigación y de generación del saber. Es lo que las
distingue de los institutos y escuelas dedicados a la instrucción técnica, que privilegia la
adquisición de las habilidades específicas de un quehacer determinado (administración,
ingeniería, abogacía). La Universidad añade a todo “saber hacer” una cultura que lo
sustenta, enriquece y humaniza.

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