La coyuntura destructora, las consecuencias de la rebelión de Túpac Amaru y la decadencia del altiplano (1780-1830)

AutorJosé Tamayo Herrera
Páginas307-335
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LA COYUNTURA DESTRUCTORA, LAS CONSECUENCIAS
DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU Y LA DECADENCIA
DEL ALTIPLANO (1780-1830)
José Tamayo Herrera
Como queremos hacer una historia social y no puramente una historia
política o militar no vamos a ocuparnos de estas páginas de los aconteci-
mientos de la rebelión de Túpac Amaru en Puno: Ignacio Frisancho Pine-
da, Mariano Cáceres Olazo, Augusto Ramos Zambrano, se han ocupado en
importantes libros y tesis de como fue la rebelión tupacamarista en Puno.
Lo único que señalaremos es que en nuestra opinión, la lucha armada, la
guerra de castas en Puno, fue inmensamente más violenta, más trágica y
más importante que la que libró el propio José Gabriel Túpac Amaru en
el departamento del Cuzco. Al contrario del Cuzco, en que José Gabriel
ocupó por escasos meses un territorio parcial, y que nunca pudo conquistar
completamente, las hues tes tupacamaristas, fueron dueñas absolutas del Al-
tiplano du rante dos años, es decir que un gobierno rebelde, autónomo y pa-
ralelo al español, funcionó en el Altiplano, liberado de Es paña, por un lapso
importante, y que realmente nos halla mos ante una abierta lucha de clases,
una guerra de razas, un Armagedón andino, en que predominó la violencia
pura. ¡No! En el Altiplano, nada hubo de integralismos”, “unidad nacional”,
ni tácticas ni compromisos políticos, Puno fue un volcán en erupción, un
territorio en absoluto rebelde, una “zona liberada”, si queremos utilizar la
terminología a la moda.
Todos quienes se han ocupado de la rebelión tupacama rista en Puno,
nos proporcionan un derroche de datos sobre batallas, sitios, líderes, márti-
res, heroínas o amores. Nadie ha reparado en la importancia de la coyuntura,
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HISTORIA Y DERECHO. 200 AÑOS DE REPÚBLICA VISTO DESDE EL ALTIPLANO DEL SUR PERUANO
pues en este ca so, entre 1780-1783, Puno vivió realmente un conjunto de
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de la siguiente. Se dieron en ella todas las condiciones, tanto las demográ-
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camino de un pe ríodo diferente. Entre 1780 y 1783, empezaría el período
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prácticamente hasta 1830, es decir que se inició un ciclo de 50 años.
Aquí no vamos a ocuparnos de problemas baladíes, si Túpac Amaru
debe escribirse así o Thupa Amaro, si Vilcapaza era un apellido compuesto
o único, si Diego Cristóbal fue un ingenuo al acogerse al perdón general o
amnistía, y Vilcapaza el único lúcido al rechazarla, si este último fue descuar-
tizado por cuatro u ocho caballos, tonterías eruditas, que al gunos en su falta
de creatividad quieren hacer pasar por historia. No, lo que nos importa es el
CICLO que se inicia con los acontecimientos de la gran rebelión. No hay
duda de que se trata de un nuevo ciclo y no hay duda tampoco de que los
tupacamaristas por más héroes que fueran, causaron desde el punto de vista
económico y del desarrollo regional una gran catástrofe. La historia en la
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cación del pro ceso de las sociedades, y lo que nos importan son éstas, y no
la simple lectura del tiempo corto, de los acontecimientos fugaces por más
importantes que parezcan.
¿Cuáles fueron las consecuencias de la rebelión derrotada de Diego
Cristóbal Túpac Amaru y Pedro Vilcapaza? ¿Cuál fue el precio para el Alti-
plano, por el privilegio de haber sido por dos años una “zona liberada”?
Sólo ahora empieza a hacerse la luz sobre este aspecto de penumbra que
los propios tupacamaristas en su afán de exaltar a sus héroes pareciera que
quieren ocultar.
Sobre Puno convergieron simultáneamente dos ejércitos rebeldes: el de
Diego Cristóbal Túpac Amaru y Pedro Vilcapaza por el Norte y el de Túpac
Catari por el Sur, posteriormente el ejército realista de del Valle. Tres ejér-
citos, com puestos casi de irregulares, con escasa disciplina militar, ani mados
de un odio sanguinario y que avanzaban y luchaban “viviendo del terreno”.
Es decir matando y comiendo el gana do que encontraban, saqueando las
poblaciones que captura ban, y abasteciéndose en ropa, vituallas y armamen-
tos de la población civil indefensa que soportaba su acción. Yo no podía
menos de sonreír, cuando en un Forum reciente sobre Túpac Amaru, escu-

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