Balances y perspectivas de los procesos de concentración empresarial en el desarrollo de la economía peruana y su impacto en el mercado financiero

AutorHeras Zárate, Luis Henry/Olivos Celis, Milagros Katherine
CargoMáster en Derecho con mención en Derecho de la Empresa en la Universidad de Piura (concluido)/Abogada por la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo
Páginas1-23

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Introducción

Desde épocas antiguas, las concentraciones empresariales, entendidas como estrategia de crecimiento se perfilaban como una técnica revolucionaria en la concepción de la empresa moderna. Con el transcurrir del tiempo y la influencia de las nuevas tecnologías el mundo ha ido creciendo y ha logrado transformarse de manera tal que aquellas nociones que regían la vida en sociedad han cambiado. Una de las consecuencias de estos cambios es la evolución que ha surgido en el mundo económico, especialmente en el mundo de los negocios y la vida de la empresa.

Los últimos avances de la ciencia y la tecnología, así como el fenómeno de globalización producidos como consecuencia de los actuales procesos de cambio han generado en el mercado peruano la necesidad de crear un nuevo sistema de coordinación empresarial que busque soluciones y respuestas inmediatas a las necesidades actuales.

Con estos cambios, hoy resulta imposible referirse al concepto «empresa» sin hacer alusión a un grupo de corporaciones o a las grandes multinacionales, que persiguiendo intereses comunes, actúan bajo un sistema centralizado de dirección, control y gerencia. En este escenario, la economía peruana, tal como sucedía hace muchos años en Europa y en Estados Unidos, ha avanzado progresivamente, poniendo de manifiesto un boom económico que ha permitido identificar como una de sus características la tendencia a las concentraciones empresariales.

Esta realidad tan significativa también se ha puesto de manifiesto en el sector financiero, especialmente, en el sector bancario, el cual durante los últimos años se ha caracterizado por la presencia y fortalecimiento de tres grupos económicos importantes: CREDICORP LTD, GRUPO INTERBANK y GRUPO SCOTIABANK. Ante este contexto, durante en el transcurso de este año, el gobierno ha buscado preparar un régimen de control más estricto para los conglomerados

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financieros, especialmente para aquello grupos de entidades que ofrecen a la vez servicios bancarios, de seguro y/o de inversión.

El desarrollo de los siguientes planteamientos pretende explicar cómo el cambio de la empresa tradicionalmente considerada a la empresa moderna ha impactado en el sector financiero, reclamando una regulación especial que conjugue la función reguladora del Estado y estabilice las fuerzas de los agentes que entran en el mercado, sin perjuicio de sus libertades. Sin embargo, tal como ha sucedido siempre, ésta no ha sido una tarea fácil, dado que existe una exigencia adicional, esto es, se debe regular sin transgredir, fiscalizar sin perturbar, vigilar sin obstruir, e intervenir sin destruir; es decir debe guardar proporcionalidad y gradualidad en el ejercicio de la función legal de control y vigilancia, a fin de optimizar la su gestión y promover una competencia eficiente que cree un país orientado al progreso.

1. La Empresa tradicionalmente considerada

Desde una visión global es posible reconocer los orígenes de la actividad mercante en la organización económica de pueblos de la antigüedad; incluso algunas obras de la literatura clásica han llegado a afirmar que su origen más remoto se encuentra en el «principio organizador del trabajo en el interior de las familias2», para luego vincularse a actividades tan dispares como las distintas campañas militares o la organización de la propiedad feudal. En algunos casos esta actividad fue considerada como «algo inherente a la naturaleza del hombre3», y en tal sentido su existencia a lo largo de los años fue permanente e independiente del sistema, doctrina, lugar o tiempo en la que se le involucre.

La noción y conceptualización de «empresa» tradicionalmente definida como el conjunto organizado de trabajo que cuenta con unos medios para conseguir un fin determinado atravesó por diversas etapas claramente diferenciadas, surgiendo en cada una de ellas la imperiosa necesidad de adecuarse a las realidades que requería el contexto político, social, cultural, pero sobre todo económico.

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Así, desde la Edad Media4 hasta el surgimiento de las grandes corporaciones empresariales del siglo XXI, la evolución teórica de la «empresa como protagonista del derecho mercantil» ha sido marcada por determinados elementos5. Por lo general, la nota distintiva radicaba en su carácter lucrativo, sea que la actividad se realice individual o colectivamente6.

En estos términos, siguiendo la evolución presentada por la doctrina -sobre todo europea- y atendiendo a sus grandes esfuerzos por rastrear los orígenes de esta institución7 se ha tomado como acontecimiento histórico referencial la Revolución Industrial. Durante esta época, la noción de empresa surge alrededor de los siglos XV y XVI, producto de la reunión de ingentes capitales y la agresiva adquisición de maquinarias8, llegando a concebirla como una sumatoria de elementos aislados: máquinas, locales, dinero y materia prima. Sin embargo, producto del desarrollo de los tiempos modernos, aparece la necesidad de adecuarse a nuevos factores, tales como marcas, acciones, tecnología, patentes, canales de distribución, entre otros; apareciendo lo que se denominó «empresa como conjunto de elementos organizados». Posteriormente, recién a inicios del siglo XX, aparece como producto de la globalización, «la gran empresa»9. Esta última caracterizada -además de los elementos tradicionales- por la presencia de una comunidad de intereses, donde conviven inversionistas, trabajadores, consumidores y usuarios, acreedores, tecnócratas y el Estado10.

Bajo la perspectiva de esta evolución surgen algunos elementos que constituían una idea global de empresa11, poniendo de manifiesto ciertos aspectos que se destacaron como elementos substanciales: Actividad económica, factores de producción, intermediación en el trabajo ajeno, afectación de bienes y servicios, obtención de productos destinados al cambio, producción de una nueva riqueza, asunción del riesgo, propósito de lucro, profesionalidad, destinación de los productos al mercado, independencia financiera, o autonomía patrimonial, entre varios otros.

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Esta situación no hizo más que completar las definiciones inicialmente planteadas y, que en su momento, dieron como resultado una gama variada de enunciaciones12; por lo que la conceptualización jurídica de la «empresa» resultó aún más complicada13. De hecho, hay quienes todavía en nuestros días sostienen que falta un concepto jurídico14.

Sin embargo, es indispensable tomar conciencia que la empresa, como tal, debe ser estudiada por la ciencia del Derecho, no como un problema conceptual, sino como una circunstancia de hecho de la vida económica, relevante para el Derecho, que por su desarrollo provoca una modificación material del contenido de varias partes del mismo15. Para estos fines se ha optado por utilizar una definición económica de empresa, para ver reflejada su visión tradicional.

En esta línea, JOAQUÍN GARRIGUES16 señala que desde la óptica económica, la «empresa» fue y ha sido considerada como «la organización de los factores de la producción: capital y trabajo, con el objeto de obtener ganancias, cuya comunidad del destino económico persigue la obtención de beneficios y la unidad económica organizada de acuerdo a las exigencias de la explotación económica.»

En este mismo contexto, VICENT CHULIÁ17, poniendo especial énfasis en el análisis del siglo XIX, sostiene que esta visión tradicional de la empresa -todavía vigente- está obligada a cosiderar algunos elementos adicionales, tales como el desarrollo de la empresa societaria, la modificación de la dimensión de las empresas, la diversificación de actividades, la tendencia al agrupamiento, entre otros. En tal sentido, se busca rediseñar los parámetros de la empresa tradicional y adecuarlos a las nuevas exigencias del mercado.

En este sentido, el avance económico mundial exige que la estructura tradicional de la empresa cambie, de modo que se cree un nuevo sistema de coordinación versátil, imaginativo e idóneo que

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busque soluciones empresariales, a fin de poder explotar al máximo la competitividad de cada uno de los sujetos que intervienen en el negocio. De esta manera, la concentración de empresas como estrategia empresarial surge como una respuesta a las exigencias del mundo globalizado, haciéndose necesaria su implementación jurídica, que más allá de su conceptualización tradicional permita afrontar los nuevos retos que se imponen.

2. Las Concentraciones Empresariales: Manifestaciones de la empresa moderna

A raíz de la creciente afluencia de las nuevas tecnologías y del actual sistema económico, hoy se ha logrado construir una realidad empresarial diferente a la que se manejaba, aún en la década pasada, dado que desde el surgimiento de la palabra «empresa» el derecho moderno se ha revolucionado18.

La empresa mercantil, tradicionalmente considerada como «la organización de personal (empresario o dirección, socios industriales o trabajadores), capital (dinero, propiedades, máquinas y herramientas, mobiliario, etc.) y trabajo (actividad organizadora, directiva, investigadora, publicitaria, técnica y de ejecución material), con unidad de nombre, permanencia en actividad y finalidad definida19» ha implementado nuevas estrategias para hacer frente al mundo globalizado, y ha evolucionado hasta concebir e internalizar la idea de «concentraciones empresariales».

Coloquialmente «concentrar»...

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