Urresti y la misión de revivir a un zombi

Por Pedro Ortiz Bisso. PeriodistaY de pronto, cinco ministros del Interior después, tenemos a uno hiperactivo, verborrágico, aspaventoso, que no anda en terno, encabeza operaciones policiales y confiesa que tiene miedo cuando sus hijas salen por la inseguridad en las calles. Para que deje de hablar, va a ser necesario alejar micrófonos y grabadoras. Aunque si sigue así, no va a faltar quien quiera taparle la boca.Daniel Urresti llegó al Ministerio del Interior para sacudirlo. Ha adoptado el papel de la autoridad que se pone en los zapatos de la gente, habla y camina como ella ,con un solo objetivo: generar confianza. ¿Basta con ello para derrotar a la delincuencia? Definitivamente no. Como dice Carlos Basombrío, si la inseguridad ciudadana se resolviera con voluntarismo, hace tiempo que viviríamos en un paraíso. Ineptitudes aparte, no hay un solo inquilino del edificio de Limatambo que no haya querido acabar con la delincuencia. Pero la dimensión del problema es tal que no se resuelve con solo ponerse una gorrita y salir a hacer incautaciones de repuestos robados en San Jacinto.Sin embargo, no suena mal tener un ministro que hable como el ciudadano de a pie, muestre liderazgo y excluya de sus discursos palabrejas tan desatinadas como ?percepción? y otros absurdos tan irritantes.Pero ello no basta. Por eso Urresti es, antes que nada, una gran interrogante. Ha dicho que su objetivo principal es enfrentar los robos callejeros, los menudos, esos que tanta desconfianza y miedo provocan. También que no dejará que circulen autos con papeletas y que si no hay depósitos a donde llevarlos, él verá...

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