Tácticas extremas para vacunar

Por Adrián FoncillasDesde Beijing

La señora Wang se sube la manga en la que luce el brazalete que identifica a los jubilados voluntarios para mostrar el pinchazo. ?Fui de las primeras. Aquí ya se han vacunado todos, excepto los mayores con problemas de corazón?, señala mientras disfruta del sol en una de las calles estrechas del histórico distrito capitalino de Dongcheng. Wang recibió dos meses atrás quince huevos y una pastilla de jabón, pero hoy, con la urgencia de convencer a los reticentes, ya se ofrecen 60 huevos a los jubilados para que se inoculen.La ambiciosa campaña de vacunación china contra el COVID-19 cuenta con una parte de la población entusiasmada y con estímulos para la otra. Varias heladerías de Beijing ofrecen un 2×1 a los inmunizados y Daxing, un suburbio meridional, ha superado el 80% de vacunados luego de repartir 200 millones de yuanes (116 millones de soles) en descuentos en supermercados.China fue la primera nación en sufrir la pandemia y en vacunar a su población. Empezó en junio del 2020 con soldados y los gremios más expuestos, pero el control del coronavirus en sus fronteras desincentivó la campaña y volcó los esfuerzos a la exportación.Hasta las vacaciones de Año Nuevo solo habían sido vacunados 50 millones de chinos, una ridiculez en un país de más de 1.400 millones de habitantes.Zhong Nanshan, epidemiólogo en jefe del Gobierno, ha alertado que la inmunidad de rebaño es utópica con este ritmo. Si bien la economía china creció el año pasado, echa de menos el turismo internacional; ya asoman los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing y cualquier rebrote exigirá una costosa cuarentena.China ha decidido pisar el acelerador: para fines de junio se quiere que esté vacunada el 40% de la población. Se trata de 560 millones de personas en ocho semanas, un reto logístico enorme incluso para China.Es una paradoja que al Gobierno se le haya vuelto en contra su exitosa lucha contra la pandemia. China disfruta de la vieja normalidad desde hace un año, apenas perturbada por rebrotes esporádicos. El coronavirus ha dejado de ser un tema de conversación cotidiano y solo las mascarillas recuerdan que por aquí pasó el virus. Y ahí asoma el pragmatismo chino: ¿para qué la vacuna??Pancartas y stickers?Sun, propietario de una coctelería, ha recibido varias visitas de funcionarios. ?No le veo ninguna utilidad y tampoco sabemos qué efectos tendrán en el futuro?, razona Sun. Su camarero solo pasó por el centro de vacunación porque...

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