El resbalón de Cuenca

Por Juan Paredes Castro. Editor central de Política

Es una pena que el presidente Ollanta Humala vuelva a poner en duda lo que con mucho esfuerzo ha aprendido a respetar en su gobierno: la libertad de prensa.

Más pena da verlo resbalar innecesariamente al terreno del que se había alejado hace mucho tiempo, aquel en el que se mueven a sus anchas, aunque no como peces en el agua (porque enfrentan oposiciones dignas y respetables), los autoritarismos de Hugo Chávez en Venezuela, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.

El mayor adversario de todos ellos no es el subdesarrollo, al que combaten en sus discursos y mantienen con su ineficiencia, sino la prensa, por no permitirles gobernar bajo la impunidad total con que quisieran hacerlo y en medio de la oscuridad pública con que suelen manejar los asuntos de Estado.

En efecto, sentado codo a codo con Rafael Correa, en una reciente ceremonia de relanzamiento de proyectos bilaterales atrasados, realizada en la ciudad de Cuenca, Ecuador, Humala terminó rubricando y prácticamente haciendo suya una frase infeliz de su homólogo ecuatoriano, en el sentido de que la prensa de su país ?publica cochinadas? y que la nuestra (la peruana) es capaz de hacer eso mismo y mucho más.

Humala no solo no pudo impedir o por último advertir (personalmente o a través de su protocolo de cancillería) que Correa no interviniese en asuntos internos del Perú (lo estaba haciendo, y alegremente, al referirse a la prensa peruana), sino que, para colmo, secundó sus palabras, al sostener que aquí también, en nuestro país, los medios de comunicación ?son iguales?, es decir que ?publican...

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