Sobre ?repartijas?, argollas y élites

Por Profesor principal en la PUCP e investigador en el IEP

Desde siempre, en nuestro país, hemos denunciado formas diversas de exclusión social, discriminación, desigualdad e injusticia. La capital frente al conjunto de provincias, la costa frente a la sierra y la selva, lo blanco-criollo frente a lo mestizo e indígena, los ricos frente a los pobres, las potencias, capitales e intereses extranjeros frente a los nacionales, son parte de la historia de la sociología peruana y latinoamericana.Desde la década de los años 90, con el predominio del ?neoliberalismo?, de las políticas orientadas al mercado, desde la izquierda se ha denunciado la influencia o el control en la toma de decisiones del Estado por parte del empresariado, de redes tecnocráticas, de organismos internacionales, etc. En los últimos años, desde la extrema derecha, se ha construido el argumento de que viejas ideas de izquierda se habrían ?reciclado? y ?aggiornado? a través de variados ropajes, como el enfoque de género, la defensa del medio ambiente, la defensa de los derechos humanos, el lenguaje ?políticamente correcto?, entre otros, y que serían esos valores los que definirían el rumbo de las políticas.Una comprensión equilibrada debería constatar que el Estado es una arena de disputa política permanente, en la que compiten ciertamente intereses, pero donde también importan las ideas, terreno en el que existen sentidos comunes más influyentes y con mayor prestigio que otros. Podríamos decir que el paradigma de mercado tiene mucha más influencia entre las élites sociales y políticas que el estatista, y que un paradigma liberal y progresista en lo valorativo ha avanzado en los últimos años frente a concepciones conservadoras y tradicionalistas.Pero en algunos círculos priman visiones conspirativas y economicistas, según las cuales el debate de ideas y su sustento empírico resultan poco relevantes. Así, para la extrema izquierda, el paradigma de mercado es esencialmente fruto de la imposición de los intereses de los grandes grupos de interés económico. No existiría ningún aprendizaje de la hiperinflación o del descalabro económico de finales de la década de los años 80, por ejemplo, o la generación de consensos producto del...

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