Las rendijas de Chaglla

Por Abogado

Hablemos de acuerdos. Dos partes se sientan a la mesa porque encuentran un objetivo común que justifica construir una relación equilibrada de intercambio y cooperación. Harán una declaración sobre los intereses que comparten y acordarán reglas diseñadas para mantener las cosas en balance. Dos partes quieren un puente; una quiere construirlo, la otra quiere usarlo, ninguna quiere que se desplome. El acuerdo no evita disputas, pero debe contener las llaves para resolverlas.Las cosas cambian cuando quienes firman un acuerdo son las autoridades de un Estado y los que han cometido crímenes en su territorio. Aquí no hay simetría ni igualdad teórica imaginable. Ni siquiera hay un verdadero propósito compartido que impregne la relación de confianza. Una de las partes se quita las esposas solo para sentarse a la mesa. Por eso, estos acuerdos siempre serán ambiguos en su alcance e inestables en su desarrollo. Difíciles de digerir como la necesidad de usar informantes o escuchar las conversaciones de una mafia. Quien violó la ley debe recibir una sanción, pero, en estos casos, las autoridades aceptan reducir o incluso renunciar a toda sanción a cambio de evidencias contra terceros e indemnizaciones directas. Un pragmatismo que incomoda a cualquiera. Pero que a estas alturas es inevitable.En el mejor escenario imaginable, los acuerdos de este tipo se firman y se ejecutan en reserva. Nadie se entera jamás de su existencia cuando ellos producen evidencias que no requieren testimonios o suponen prestaciones que pueden pagarse en un solo acto, sin cronogramas que obliguen a mantener relaciones incómodas, expuestas a reacomodos. En el acuerdo perfecto hablan las evidencias, no las personas.No obstante, esto es imposible cuando se trata del Caso Odebrecht.Si alguna ventaja ha obtenido Odebrecht en esta historia, ella proviene de la inevitable publicidad de estos asuntos, del tiempo que tomará estructurar las reparaciones por pagar y de las evidentes interferencias políticas que enfrenta el proceso. En el juego de las posiciones, Odebrecht cuenta a su favor con el amplio margen de maniobra que le conceden nuestras disputas internas.¿Dónde están las rendijas? El acuerdo contiene un cronograma de ejecución y eso obliga a interpretar sus cláusulas varias veces en el tiempo. Las disputas en estos casos son siempre disputas sobre el alcance y el sentido que debe darse a sus cláusulas cada vez que estas deben usarse. Los acuerdos se interpretan...

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