Las relaciones prensa-poder

Por Ernesto Velit Granda. Analista Político

Las relaciones entre la prensa y el poder parecieran haber sido colocadas en la agenda nacional, y no precisamente porque los medios lo hayan buscado. Como, a menudo, son las circunstancias las que contribuyen a que los hechos, en este caso políticos, se hagan presentes; y también en los momentos menos propicios resulta que una suerte de desinteligencias entre ambos se instala, cuando el gobierno aún no termina su mudanza. Se empezaron a cocinar medidas que podrían ser catalogadas de controlistas. Porque propiciar el secretismo es una manera de vetar el derecho a conocer la verdad. Es quitarle sentido a la obligación de criticar, objetivo fundamental de la prensa; es colocar en la indefensión a la sociedad ante la posibilidad de abusos del poder.

No hay lugar para los silencios si se juega el destino de los más. Pueden esgrimirse razones, pero ello no prueba nada. Se puede tener razón y, sin embargo, ser injusto. El secretismo resulta, a veces, intimidatorio, distorsionador, engañoso y puede llevar, incluso, a despertar una sensación de temor e inseguridad. Así, la opinión pública se siente huérfana en su propio mundo, se desubica, pudiendo llegar a enfermarse. El ejercicio normativo de la prensa, como debe serlo en un Estado de derecho, se pone al servicio de la opinión pública en auténtico fortalecimiento de la democracia, tratando de protegerla frente a la amenaza de riesgos y ambigüedades. La salud del país se daña cuando cualquier atisbo de censura pretende empañar la sensibilidad colectiva y entumecer lo que la sociedad busca expresar. Sin capacidad para criticar, la existencia de la prensa resulta inútil.

La revolución de...

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