El Proyecto Regional Bolivariano y las consecuencias de la muerte de Hugo Chávez para América Latina

AutorSebastien Adins Vanbiervliet
Páginas9-30

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Después del anuncio que hizo pública la muerte de Hugo Chávez, tanto partidarios como adversarios del expresidente coincidían en que había desaparecido un personaje histórico en Venezuela y el conjunto de América Latina. Aunque todavía es muy temprano evaluar el significado histórico del chavismo, este artículo pretende determinar los principales efectos que ha generado el líder venezolano en el subcontinente. Para este fin, analizaré primero las fuentes del protagonismo venezolano durante la década pasada en gran parte de América Latina y el Caribe. Luego, en un segundo capítulo distinguiré la particular dinámica de este proyecto regional, tomando en cuenta sobre todo la política interna de Venezuela y el precio del petróleo —dos factores que históricamente han influido en la política exterior del país—. El tercer capítulo intenta medir de alguna forma la influencia que ha tenido el chavismo en los principales países de la región y en los esquemas de integración regional. Por último, consideraré qué cambios podrá sufrir la política exterior en general, y la regional en particular, después del deceso del exmandatario venezolano.

1. Las fuentes del protagonismo de Chávez en la región

Antes de analizar las políticas e iniciativas de Hugo Chávez con respecto a la región, me detendré en las fuentes del protagonismo venezolano en América Latina: la ideología bolivariana y su visión del mundo; el carisma de Chávez; y el particular contexto de la primera década del siglo XXI, caracterizada por altos precios de petróleo y el éxito electoral en la región de líderes izquierdistas y/o nacionalistas.

La primera base de la política regional de Hugo Chávez consistió en su ideología, denominada como «bolivarianismo»; un pensamiento profundamente ecléctico con raíces en, al menos, cuatro tradiciones. Primero, Chávez se dejó inspirar por el pensamiento

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del «marxismo-leninismo-bolivariano» de Douglas Bravo, con quien tuvo contacto desde el inicio de la década de 1980. Este exguerrillero de cierto modo había «nacionalizado» la izquierda venezolana en la época de los sesenta con sus constantes referencias al Libertador Simón Bolívar, Simón Rodríguez (un maestro y mentor de Bolívar) y Ezequiel Zamora (un guerrillero avant la lettre del siglo XIX conocido por su lema «Tierra y Hombres libres» y de quien Hugo Chávez se creyó una reencarnación)1. «El Libro azul. El árbol de las tres raíces», un panfleto escrito por Chávez en 1991, básicamente recupera este pensamiento nacionalista. En segundo lugar, el bolivarianismo de Chávez se fundió con la doctrina del argentino Norberto Ceresole, peronista, negacionista y exconsejero del dictador peruano Velasco, quien propagó un liderazgo fuerte con una relación directa con el pueblo, es decir sin la intermediación de un partido popular, y con un papel crucial para las fuerzas armadas. De allí surgió la importancia para Chávez de la democracia directa, en detrimento de la democracia representativa, su llamado a la movilización política y su discurso profundamente antipartidario y antipolítica, algo que compartió con el fujimorato en el Perú. Un tercer elemento clave en la redacción de la doctrina bolivariana fueron los contactos de Chávez con Fidel Castro, quien no solo resaltó la necesidad de desarrollar una capacidad militar sino también de contar con una ideología apelando a la injusticia social y la solidaridad internacional2. El nexo con Castro además le ofreció la ventaja de que Chávez fuese más aceptable en círculos izquierdistas y no era visto meramente como militar golpista. Del modelo cubano resaltó mayormente el antiimperialismo, su crítica contra la globalización neoliberal y la importancia del Estado en la economía, sobre todo en los sectores estratégicos. Por último, el bolivarianismo contiene muchas referencias a la Biblia, usando de ella las nociones del mesianismo y la atención para los pobres y excluidos de la sociedad, aparte del uso de palabras de origen bíblico (entre ellas apocalipsis, salvación, destino, diablo y el dualismo bueno-malo). A esta mezcla ideológica, llamada bolivarianismo, posteriormente se le agrega el término «socialismo del siglo XXI», usado por primera vez por el presidente venezolano en el año 2005 durante el Quinto Foro Social Mundial de Porto Alegre. Con este término Chávez refirió al libro del mismo nombre del marxista alemán Heinz Dieterich, quien afirmó que ni el capitalismo ni el socialismo histórico habían ofrecido una solución frente los desafíos más importantes de la Humanidad. La ideología chavista, por lo tanto, puede resumirse con los siguientes adjetivos: nacionalista, verticalista (en su relación con «el pueblo»), personalista, antiimperialista, estatista y militarista.

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En cuanto a su visión del mundo, Hugo Chávez se consideró el coarquitecto de un nuevo orden multipolar en formación, un elemento que ya estuvo presente en su propuesta de gobierno de 1998 y que fue elaborado más durante un taller de alto nivel en 2004, organizado con el propósito de presentar el denominado «Nuevo Mapa Estratégico». Durante este taller dijo lo siguiente: «En el mundo hay cinco polos o agrupaciones de fuerza. África, Asia, Europa, y en este continente dos, el polo de Norteamérica y el polo de Sudamérica». Sobre el último polo continuó así:

Se han venido definiendo dos ejes contrapuestos, Caracas, Brasilia, Buenos Aires. Ese es el eje sobre el cual corren vientos fuertes de cambio con mucha fuerza. El imperio va a tratar de debilitarlo siempre o de partirlo, incluso. Cuando nos dieron el golpe a nosotros antes de que ganara Lula, estaban tratando de evitar la conformación del eje, ya se preveía, pero no pudieron. Además ganó Tabaré Vásquez y el Frente Amplio en el Uruguay, lo cual fortalece el eje que pudiéramos llamar Orinoco-Amazonas-Río de la Plata. Hace 200 años ni siquiera existía este eje. Existe el otro eje, Bogotá-Quito-Lima-La Paz-Santiago de Chile, ese eje está dominado por el Pentágono, es el eje monrroísta (sic) [...]3.

Como se evidencia de esta cita, a pesar del discurso sobre un «mundo pluripolar», Chávez prefirió expresarse en términos bipolares, aludiendo así a la época de la guerra fría, algo aún más factible ante la política claramente unilateral del presidente estadounidense George Bush Jr.

Un elemento clave en la visión chavista para construir un nuevo orden mundial multipolar e instrumental en su lucha contra la globalización neoliberal y la hegemonía de Estados Unidos fue la integración regional de América Latina, siguiendo así los pasos de Simón Bolívar para crear «la Gran Patria». Esta propuesta de integración latinoamericana, tal como se evidenció en la creación de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), se basó en cuatro principios básicos: cooperación, solidaridad, complementación económica y respeto por la autodeterminación de los pueblos, partir de los cuatro componentes de la identidad venezolana: lo amazónico, lo andino, lo atlántico y lo caribeño4. Para Chávez, entre las condiciones críticas para llegar a una mayor integración regional se encontraban, entre otras medidas, una mayor interconexión a nivel de infraestructura, el establecimiento de joint ventures entre empresas estatales (las llamadas empresas grannacionales) y un crecimiento del comercio intrarregional. Por otro lado, la integración bolivariana

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ofreció una respuesta frente al estancamiento de los esquemas regionalistas existentes, tales como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Mercado Común del Sur (Mercosur) y el Tratado de Libre Comercio entre Colombia, México y Venezuela (Grupo de los Tres o G-3, establecido en 1995).

Cabe mencionar que, aunque el contenido de la política exterior sufrió un cambio radical con la llegada al poder de Chávez —sobre todo en cuanto al papel central de la ideología— la forma de la misma coincidió en gran parte con lo establecido durante las décadas anteriores. Así, desde la consideración de ser un país «excepcional» en América Latina (por la supuesta calidad de su sistema democrático y la abundancia de recursos fiscales provenientes del petróleo), a partir de 1973, la política exterior venezolana había mostrado un gran activismo hacia la región, que incluyó por primera vez también a los microestados anglófonos del Caribe mediante el uso de recursos petroleros5. Países claves de esta política fueron, tal como lo fueron bajo el régimen chavista, Colombia y Cuba, aunque en el último caso por diferentes razones. Finalmente, la orientación de la política exterior del país llanero históricamente ha dependido de las agendas presidenciales, con picos de actividad coincidentes con los elevados precios internacionales del crudo6.

Una segunda fuente de protagonismo en la región del difunto presidente venezolano fue su personalidad. Aunque es un factor difícil de medir de forma objetiva, pocos han refutado el carisma de Chávez y su capacidad de, si no convencer, por lo menos atraer a mucha gente, sobre todo entre los sectores más marginados. Su afán de tocar temas sensibles para las clases excluidas, tales como la injusticia social, la pobreza o la corrupción de la casta política tradicional, más sus continuos ataques contra la oligarquía y el imperialismo, hicieron que el presidente fuera visto como un verdadero representante del pueblo, capaz de traducir sus necesidades y sus anhelos. Así también, fuera de Venezuela fue visto por muchos como un nuevo ícono de los...

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