Reformas sin ciudadanos

Por CarlosMeléndez

En el Perú la protesta social no es condición necesaria para que caiga un gobierno. Ni siquiera para poner en jaque al establishment político. La calle como demostración de indignación popular ha perdido fuerza porque la rabia ante la debacle política no es motor de movilizaciones. La apatía parece haber neutralizado los reflejos cívicos de las mayorías. La bronca que produce el escándalo de los integrantes del Consejo Nacional de la Magistratura o el engaño sistemático de nuestros representantes políticos se queda en los monitores de nuestros social media. Como lo señalé hace un tiempo, en el Perú no tendremos un movimiento ?que se vayan todos?, porque sencillamente muchos peruanos ?ya se fueron de la política?.Las iniciativas de reforma sustantiva ?como la del sistema judicial, planteada por el gobierno de Vizcarra? deberían ser un shock de confianza de las élites a la ciudadanía; una reacción que prometa cambio y enmienda; la esperanza de que no todo está perdido. Sin embargo, no siempre es así. Este tipo de iniciativas se desarrolla en un ambiente de orfandad popular. El fracaso o inocuidad de comisiones anteriores se explica precisamente por su falta de legitimidad social. Ante una clase política desprestigiada, el involucramiento ciudadano es necesario para darles trascendencia a los planteamientos técnicos bien intencionados. Pero el sentido republicano es, en realidad, una utopía de intelectuales ?que algunas parodias de estadistas emplean como discurso barato?. La responsabilidad de quienes lideran estos proyectos reformistas es, entonces, mayor, porque requieren conmover a las masas, no solo a las burocracias no gubernamentales que se arrogan la representación de la ?sociedad civil?.El gobierno parece ser consciente de...

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