La razón profunda de la independencia

Por Roxanne Cheesman. *

En los primeros años del siglo XIX, España estaba dividida internamente, en guerra con sus vecinos, debilitada económicamente por estos conflictos, separada de sus colonias e invadida por Francia. Convertida en un viejo gigante herido, era imposible que se mantuviera como centro de un sistema colonial al otro lado del Atlántico. Fue ese vacío de poder, más que razones ideológicas o colectivas, lo que permitió e impulsó la independencia americana.

En efecto, en 1793, luego de la ejecución de Luis XVI por los revolucionarios franceses, España entró en guerra contra Francia en coalición con otras monarquías europeas. En 1795 abandonó la coalición, aliándose esta vez con Francia en contra de Inglaterra. Al declararle la guerra a esta en 1796, estaba desencadenando, sin saberlo, la pérdida de su imperio.

En 1807, Francia y España firmaron un nuevo tratado para invadir Portugal, por lo que las tropas francesas se instalaron en esta, originando la desconfianza de los españoles.

En 1807, el rey Carlos IV enfrentó una fallida conspiración promovida por su hijo Fernando, pero el motín de los pobladores de Aranjuez en 1808 desencadenó las revueltas que terminaron en la renuncia del rey. Napoleón aprovechó entonces esta ruptura en el poder, manipulando la situación hasta conseguir la abdicación de padre e hijo en su favor e instaló a su hermano José Bonaparte en el trono de España.

La resistencia española comenzó a expresarse formando juntas populares, inicialmente creadas para gobernar en nombre de Fernando VII.

Esa noticia llegó a Lima en octubre de 1808. Aquí, y en toda América, el desconcierto y los manifiestos de lealtad hacia Fernando...

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