La razón de la fuerza

Por Marco Méndez. Columnista

El miércoles el Camp Nou le hizo saber a Pepe (Real Madrid) que el pisotón en la mano de Messi (Barcelona) no lo olvidará fácilmente. ?¡Asesino!?, bramaba la hinchada azulgrana desde el primer minuto. Era el repudio y la sanción social, la condena simbólica contra un hecho que consideran un acto matonesco, una agresión.

No queremos sumergirnos en discusiones sobre si la agresividad tiene carácter instintivo en el ser humano (es decir, que eso de agarrar a trompadas y cabezazos es algo innato e inevitable en la persona) o si ?como dicen las teorías del aprendizaje? se adquiere a través de la observación y la experiencia (la letra y todo lo demás con sangre entra).

Preferimos optar por un ejercicio mnemotécnico para recordar a quienes la recreación lingüística popular bautizó con apodos que evocan imágenes de rudeza extrema o designan realidades de violencia.

Macheteros, rompepiernas, leñeros y matones son algunos de los motes asignados a quienes privilegian la rudeza antes que la técnica, esos que la más baja la ponen en el cuello...

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