Prólogo

AutorGiovanni Francezco Priori Posada
CargoMiembro extraordinario de Ius Et Veritas
Páginas2-3
Prológo
IUS ET VERITAS está de aniversario. ¡Son ya 30 años!
Hoy no presento a una revista, presento a una institución, en mi relación con ella hace menos de 30 años, pues
IUS ET VER ITAS existe un ti empo mayor al de mi relac ión con ella. Y al reco rdar a la institució n quiero rendir un
homenaje a las personas que estuvieron y están detrás de ella. Sin ellas, IUS ET VERITAS no ex istiría y no serí a
lo que es; y al mismo tiempo, ninguno de lo s que pertenecemos a ella seríamos lo que somos sin e lla.
Pensemos en los inicios de IUS ET VERITAS. Fue fu ndada el 1 de juni o de 1990 , pero como dij e, mi recuerd o y
re laci ón con ell a se da un os año s de spué s. Cor rían los últ imos día s del ver ano de 199 3 cuan do cur saba mi s pr imer os
cursos en el nuevo pabellón de la Facultad de Derecho de la PUCP. Todo olía a nuevo. Pero en medio de la rotonda
había un espacio reservado para una construcción que por su magnitud los estudiantes de la época pensábamos que
nunca se con cretaría: el auditorio de la Facu ltad. Además, el segundo pis o estaba incompleto. Jam ás habría dinero
para terminar de construir el edicio de la Facultad, pensábamos. Dentro de las nuevas aulas, especialmente en las
del segundo p iso, aun encontrábamos las in cómodas y antiguas bancas en las que más de un profesor, miembro
del Congreso Constituyente Demo crático de la época o ministro se habría sentado en sus épocas de estudiante.
La Facult ad por es os años olía también a nueva Constituc ión, y en sus patios y aulas se escuchaban las
discusiones sobre lo que tendría que incluirse en el proyecto que se discutía por esos días. También se respiraba
un enorme espíritu de renovació n, impulsado por lo que por esas épocas se vivía en el país y por el ambiente de
las recientes edicaciones. Había además un aire de esperanza. Había caído Abimael, la economía mejoraba y a
pesar de haber v ivido hacía un año un golpe de Est ado, se abría esperanz adora la senda de la instituciona lidad
que se construía en medio de la pa z de la que nos habíamos olvidado los jóvenes de la época. La fase d el terror
había terminado. Nada peor que eso nos podía pasar como país y de ahí en lo que venía, sólo cabía la opción de
mejoría. Poco despu és esa institucio nalidad se pudriría nuevamente por la co rrupción. Quien pensaría por e sos
años que las cosas en materia d e corrupción podrían ser aun peor.
En esos días de esperanza renovadora aparecía un pequeño grupo de estudiantes si empre reunido en una
misma banca de cemento, muy cerca del lugar donde se construiría el futuro auditorio de derecho. Se les veía muy
animados, hombres y mujeres con mucha confraternid ad entre ellos, al lado de un pequeñ o paquete de revistas
de muy po cas páginas. Era 1993, exhibían la IUS ET VER ITAS No 6, de color guinda. Aun recuerdo a Amalia,
Claudia, Coc o, Chalo, Diego, Fernando, Juan José, Juan Luis, M ili, Rocío, Salvador y Toño. Y junto a ellos, un
personaje que irradiaba su propia energía, de estatura media, con anteojos y de poco pelo, que parecía mucho
mayor que todos ellos. Mucho después supe que era Juan José Cabello, la verdadera alma de IUS ET VE RITAS
por aquellos años. Fue quien dio la energía inicial y la mística a una institución que r ecién iniciaba. Es de justicia
reconocerlo con nombre y apellido y estoy seguro que todos los miembros de la asociación coincidirán conmigo.
Si algún día alg uien escribiera la historia de IUS, ese debería ser Juan José, o quizá el personaje sobre el cual
habría que escribir esa histo ria, debería ser Juanjo.
Pocos meses después ese grupo apareció con un nuevo paquete de revistas, esta vez azul. Cada uno se llevaba un
pequeño lote, como hacen los canillitas con los diarios cada mañana, pero ellos y ellas llevaban la IUS ET VERITAS
No 7, uno de los mejores números que se han publicado, de un contenido histórico importante pues contenía artículos
sobre la reforma constitucional que se discutía por aquellos años. El orgullo con el q ue vendían las revistas, hacía
pe nsar en la s insi gni as que org ullo sam ente vis ten lo s mili tar es, pe ro esa ins ign ia era est a vez un a revi sta de co nten ido
crítico, elaborada con gran esfuer zo por jóvenes estudiantes, que tenían que buscar nanciamiento, autores, papel,
grácos, publicidad y quien la impr imiera, en una época en la que pocos apostaban por movimientos estudiantile s.
A diferencia de lo que ocur ría con Themis (la otra revista de Derecho de estudiantes) IUS (como la llamamos
con cariño) no tenía ocina. Su ocina era el patio. Aquella banca al lado de ese terral que luego se convertiría en
el auditorio de Derecho, era su punto de encuentro. Y los depósitos de los paquetes de revistas eran los autos de
algunos de sus miembros. El patio era además el lugar para identicar a los futuros miembros. Desde sus inicio s,
IUS no fue una institución cerrada, sino que buscada su permanente renovación, incorporando a estudiantes de los
ciclos menores, a aquellos a los que los grandes querían conarles su proyecto. A algunos, con mucha prudencia,

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