El presidencialismo en el mundo: diferencias entre Estados Unidos de Norteamerica, Iberoamerica y Europa.
Autor | Fernández Barbadillo, Pedro |
Sumilla I. Consideraciones previas sobre los sistemas políticos: una reflexión genérica II. La figura del presidente en América del Norte y América del Sur III. La no reelección como característica constitucional IV. Los regímenes semipresidenciales: Francia y Rusia V. Peculiaridades de la inelegibilidad: expresidentes y familiares VI. Conclusiones I. Consideraciones previas sobre los sistemas políticos: una reflexión genérica
La victoria militar del bando aliado en la Segunda Guerra Mundial consolidó la democracia como forma de gobierno en Europa occidental, en el área atlántica y en la cuenca asiática del Pacífico. La victoria política y económica del bando capitalista sobre el bloque del socialismo real en 1989 la extendió a Europa oriental y al resto del continente americano. La democracia, entendida como el sistema político que permite a los pueblos la elección y remoción de sus gobernantes mediante elecciones libres y competitivas, reina en el mundo y no tiene rival en el terreno de la legitimidad, salvo grupos que proponen un sistema distinto, como los islamistas radicales que pretenden la instauración del califato.
Hoy son imposibles las críticas al parlamentarismo que escribió el jurista alemán Carl Schmitt en <
El fascismo fue, históricamente, un <
Los teóricos de ayer han sido reemplazados por analistas de la res publica que, como técnicos cualificados, no tratan de desmontar completamente la máquina construida y puesta en marcha desde el siglo XVIII, sino de mantenerla en marcha y eliminar los traqueteos y balanceos. Como ha constatado el sociólogo Juan José Linz:
A pesar de que los políticos son objeto de una crítica constante, acertada o incorrecta, incluyendo la que hacen sus propios votantes, la idea de que la minoría elegida tiene derecho a gobernar como resultado del proceso democrático está menos cuestionada que en el pasado (6). Hace más de veinte años, el pensador y filósofo Karl Popper causó una conmoción cuando en un ensayo redujo las formas de gobierno a solo dos en función de su posibilidad de remoción pacífica o violenta:
Propiamente, solo hay dos formas de gobierno: aquellas en las que es posible deshacerse del gobierno sin derramamiento de sangre por medio de una votación y aquellas en las que eso no es posible. Ésa, y no la cuestión de cuál es la designación correcta de esa forma de gobierno, es la cuestión verdaderamente importante. Normalmente a la primera forma se la denomina democracia y a la segunda dictadura o tiranía. Pero en este momento no se trata de debatir palabras (como DDR [República Democrática Alemana]). Lo decisivo es únicamente la <
La afirmación de Popper no era una novedad absoluta; esta radicaba en la autoridad de quien la expresaba y en la rotundidad con que lo hacía. En <
El gobierno autocrático está caracterizado por la ausencia de cualquier tipo de técnicas por las cuales se pudiese hacer real la responsabilidad política del único detentador del poder; la revolución es aquí la última ratio (8). En este sentido, se puede traer a colación la reflexión del catedrático Alfonso Fernández-Miranda Campoamor sobre el sistema electoral español, que se puede aplicar a todo el sistema político:
Hay una cierta incomprensión de la esencia de la democracia, que no descansa en una jacobina igualdad matemática, sino en el consenso más amplio posible sobre las reglas de juego para la legítima conquista del poder (9). Los pensadores del <
Semejantes afirmaciones sobre la bondad de la discusión y el orden del día en una asamblea como condiciones de las que nace la ley justa producen hoy en muchos sectores un notable escepticismo, tanto como las palabras que escribió el filósofo Julián Marías, meses antes de las elecciones generales de 1977:
Parece que se va a votar según listas de partidos o coaliciones electorales; es decir, que el voto va a ir primariamente a organizaciones políticas, solo secundariamente a hombres individuales con nombre y apellido, con historia, proyectos y fisonomía moral. Esto impone a los partidos una pesada obligación: la exigencia moral, intelectual y política al seleccionar sus candidatos (12). La crisis económica que está golpeando Europa y Norteamérica desde 2008 (no así otras áreas del planeta) ha revitalizado las críticas a las reglas aplicadas hasta ahora en las finanzas y también en la política, en tanto en cuanto los gobernantes parecen sometidos a unos dueños invisibles y omnipotentes denominados en abstracto los <
El ex primer ministro británico Tony Blair (1997-2007) expone en sus memorias un asunto de gran importancia para lo que se ha denominado <
El problema de la actual generación de diputados no tiene nada que ver en absoluto con su carácter. En conjunto, en mi experiencia, de cualquier partido, son personas con un buen espíritu de servicio público. El problema es su falta de experiencia de la vida real, el enorme estrechamiento del colectivo de personas...
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