Lo que no nos venden: comprar y usar

Por Luis Davelouis Lengua

Me robaron la bicicleta de la puerta de la casa. El ladrón -o los ladrones- me dejaron la llanta posterior encadenada a la reja casi como diciendo ?lero, lero?.

Gratificación en mano, el domingo pasado fui a Saga a comprarme una bicicleta nueva. No soy lo que uno diría ligerito, así que no me podía comprar una bicicleta enclenque. Compré una todoterreno superfuerte igual a la que mi madre le regaló a mi hijo por Navidad y su cumpleaños atrasado.

El servicio de las tiendas por departamento es, en época de fiestas, comprensiblemente malo. Saga del óvalo de Miraflores reventaba de gente y la zona de la juguetería, en donde están las bicicletas, era mucho peor.

La persona que me vendió la bicicleta con las justas me hizo caso. Mientras hablaba conmigo y otras dos personas me explicó que las bicicletas que ellos armaban estaban perfectamente alineadas y ajustadas, ?listas para llevarlas al cerro?.

Luego descubriría que no solo no están bien alineadas (lo que toma un poco más de cuidado), sino que ni siquiera están ajustadas, lo que representa no solo una suerte de estafa (te están mintiendo con respecto a las condiciones del producto que estás adquiriendo), sino también un peligro.

Por la rampaHay algunos productos que pueden ser utilizados tan pronto como uno los saca de su envoltorio. Una radio a pilas, por ejemplo o una camisa. Hay algunos otros que requieren de algún trámite adicional, como un televisor de más de 30 pulgadas, al que hay que atornillar y ensamblar la base o incluso llamar a alguien para instalar un ?rack?; o un equipo de sonido de alta fidelidad (¿se llaman así aún?) al que hay que conectar varios parlantes, cables, antenas y configurar.

Si a uno le venden una mesa de noche en una caja en la que podría caber un cuadro de marco ancho, está sobreentendido que habrá que armarla y dependerá de la voluntad o pericia del cliente si decide armarla él mismo o no. Pero si el mueble viene armado, está sobreentendido que puede ser usado inmediatamente. Lo mismo vale para las bicicletas, si viene desarmada en una caja, va por cuenta y riesgo del cliente si decide armarla él mismo o mandarla a un especialista o si le pide a la tienda que se la dé armada.

Pero en Saga (y también en Ripley), las bicicletas son exhibidas en estantes con el timón desajustado -y girado de manera que queda paralelo al marco- para que quepan. Están armadas, los vendedores acomodan con las manos el timón para que uno pueda mirar y...

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