El mito del demonio derrotado

Por Abogado

En el mito de la caverna, Platón dibujó a un colectivo que se equivoca porque toma por realidad las sombras que una fogata proyecta sobre las paredes de la cueva que habita. En Platón, el conocimiento y el bien están asociados simbólicamente a la luz del sol, que permite ver las cosas ?como son?. La luz del sol solo se percibe fuera de esa cueva. Entonces, hay que abandonarla.En la forma original del mito quien reconoce que se encuentra dentro de una caverna tiene pleno derecho a retirarse. También a explicarle a los demás el porqué es importante retirarse. Pero jamás faltará el iluminado que crea que su deber consiste en sacar a todos de la cueva, quieran estos salir o no. Es inaceptable que alguien se arrogue el derecho a desalojar a la fuerza a quienes habitan en una caverna que es caverna conforme a los dictados de su propia mente. Pero de eso precisamente tratan los sesgos binarios.En cualquiera de sus formas, los sesgos binarios suponen que existe una autoridad que pretende reducir un todo siempre complejo a un esquema de dos entradas: ?0? contra ?1?, ?a favor? o ?en contra?. La falsa autoridad binaria impone a los demás ?su hallazgo? como única diferencia aceptable. De ahí a asumir la política como un ejercicio continuo de diferenciación entre ?amigos? y ?enemigos?, al modo del Schmitt de la Alemania de principios del XX, hay solo un paso.?Héroes? contra ?villanos?, ?pro-lo-que-sea? contra ?antis?, ?buenos? contra ?malos?. Cualquier diagrama semejante produce las mismas consecuencias: es siempre potencialmente autoritario en la medida en que estos esquemas tienden a imponerse a otros u otras que le son ajenos, que no los construyeron o que los aceptaron por su propia voluntad.El mito de la caverna se conecta, además, con un segundo mito igual de peligroso. Si el mundo se divide en dos y yo tengo la razón, entonces el otro, el enemigo, el que habita en la caverna oscura y se resiste de manera beligerante a abandonarla, solo puede ser representado como algo semejante a un demonio, un adorador de las sombras. En consecuencia, la lucha contra la caverna se convierte en una cruzada que se resuelve cuando el demonio ha sido derrotado.Ilusión de un final feliz: sacamos a estos seres subordinados que nada entienden de una caverna etiquetada desde nuestra propia sabiduría autoreferida. Derrotamos al demonio y entonces la felicidad aparece como una luz inevitable y autosostenible; como una forma de paraíso realizado en clave...

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