La ley en el Perú: un diálogo entre psicoanálisis y derecho

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La ley en el Perú: un diálogo entre
psicoanálisis y derecho
El 9 de septiembre, en el Anfiteatro Monseñor José Dammert Bellido,
se llevó a cabo el conversatorio «La ley en el Perú: un diálogo entre
psicoanálisis y derecho». El conversatorio tuvo lugar en el marco de los
eventos de «Confluencias: derecho, propuesta y cambio». Fue diseñado
y organizado por la Oficina Académica de Publicaciones, Comunicación
e Imagen y por los docentes del curso de Derecho y Psicología de la
Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Se contó con la colaboración de los y las estudiantes de derecho que
conforman la Asociación «Anima Iure».
El evento contó con las ponencias de Luis Pásara y Eduardo Montagne.
Estas ponencias fueron, a su vez, comentadas por los profesores Pilar
Aguilar y Fernando Del Mastro, respectivamente. Luego de las
presentaciones y comentarios hubo un espacio de conversación entre
los panelistas y los asistentes. A continuación se incluye la transcripción
del evento.
I. CÓMO SE VIVE EL DERECHO? PONENCIA DE
LUIS PÁSARA
Cuando Fernando Del Mastro me pidió escribir algo para un hipotético
número de la revista de la Facultad sobre psicoanálisis y derecho, yo
le dije que de psicoanálisis y derecho no podía decir nada, porque el
psicoanálisis es un tema que despierta mi curiosidad (he leído algo sobre
el tema), pero sobre el cual no sé realmente nada serio, en términos
consistentes. Y después, conversando, surgió en mí la idea de decir que
lo que yo sí tengo son preguntas. Entonces, si se va a hacer una discusión
sobre el tema, lo que yo puedo ofrecer es un conjunto de preguntas
que me interesaría que los psicoanalistas respondan, motivarlos para
que me digan cosas que yo no sé. Y eso es lo que voy a hacer, plantear
esas preguntas que vienen, yo diría, básicamente de dos fuentes. Por
un lado, del hecho de que yo tengo muchos años de investigación en
sociología del derecho y, entonces, conozco el derecho como hecho, no
como subjetividad, y, claro, desde ese lado a uno le surgen preguntas.
Lo segundo que abona o rema en esta dirección es que, en la medida en
que uno envejece, se da cuenta de que tiene mayor capacidad de hacer
preguntas que de dar respuestas. Entonces, prefiero formular preguntas.
Las preguntas que traigo están referidas a tres actores del mundo del
derecho: primero los abogados; segundo, los jueces; y, tercero, el
ciudadano en relación con el derecho. En relación con los abogados,
yo tengo dos preguntas. En la facultad de derecho, en las facultades
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CONVERSATORIO
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Derecho PUCP, N° 77, 2016 / ISSN 0251-3420
de derecho —y yo creo que esto vale incluso para la Universidad
Católica de hoy, aunque a lo mejor corro el riesgo de equivocarme—,
se forma o se crea una mentalidad profesional en la cual lo que se
cultiva fundamentalmente es la relación del estudiante con esto que
yo llamo un mundo intrajurídico. Con ello me refiero a un mundo en
el cual lo que importa es, fundamentalmente —no interesa cual sea la
corriente teórica a la cual uno se adhiera—, la norma y todo aquello
que gira en torno a la norma: los antecedentes, la aplicación —cuando
tenemos mejores profesores que no se limitan al código pues van a las
sentencias—, la doctrina —esta famosa doctrina que ahora es más
utilizada que antes, pero que forma parte de ese mundo intrajurídico,
porque la doctrina bucea en aquello que fueron los antecedentes de
las normas y en la comparación jurídica («esto fue una ley en Suecia»
o «miren el código italiano», etcétera)—. Entonces, todo esto va
formando una mentalidad en la cual se mueve el estudiante y se forma el
abogado. A mí me ha ocurrido muchas veces, por ejemplo, lo siguiente:
al preguntar a algún abogado —no solo aquí sino también en otros
países latinoamericanos, porque esto es propio de la cultura romano-
civil— cómo es el procedimiento penal en Ecuador o en Bolivia, no me
responde cómo es, sino qué dice la ley que es. Claro, los abogados no
se dan cuenta de esta diferencia, ni si quiera se dan cuenta. Y yo lo que
quiero saber es cómo es el procedimiento, no lo que dice la ley, porque
la ley uno puede leerla, pero cómo es el procedimiento en términos
fácticos es algo que, desde mi punto de vista, importa y es lo que le
importa a la gente, además. Lo que importa es que, si van a dar cuatro
años de prisión suspendida, en ese caso no voy a la cárcel. Eso es lo que
importa y eso es lo que en el abogado —digamos, en su cabeza, en su
cultura jurídica— no está. Entonces, se produce progresivamente una
dicotomía entre ley y realidad y este es el punto que está a la base de la
pregunta que quiero plantear: ¿cómo viven los abogados interiormente
esta dicotomía?, ¿cómo viven esto? Incluso en el caso de los profesores
que enseñan un curso o una materia determinada, lo que se enseña es el
código y ellos saben que eso no opera en la realidad, que no es así, y sin
embargo lo que enseñan es la ley. A mí me parece, aventurándome en
terreno desconocido, que esta dicotomía entre ley y realidad con la cual
viven tranquilamente los abogados es una especie de esquizofrenia. Me
pregunto, ¿cómo se vive esto?
La segunda pregunta, relacionada con los abogados, es, creo, más obvia.
Tiene que ver también con una dicotomía entre la legitimación pública
de su actuación en términos de la justicia y una práctica que no tiene
nada que ver con la justicia. Vemos últimamente, sobre todo desde
hace diez o quince años, casos de defensa profesional que son casos, por
decirlo en términos laicos, indefendibles. Sin embargo, se defienden con
este argumento (a mi parecer) siniestro de que todo procesado tiene

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