Nos lega su adhesión a la verdad

Por Miguel Salazar. Teólogo

Desde el día de su elección, en que se reconoció ?un simple y humilde trabajador de la viña del Señor?, hasta el momento histórico en que con cristiana sencillez reconoció por la edad avanzada su ?incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado?, el papa Benedicto XVI deja un legado cuyas dimensiones apenas podemos empezar a aquilatar.

El lema de su pontificado, ?Cooperatores Veritatis?, puso el servicio a la verdad como una clave fundamental de su ministerio. Un primer rasgo que brilla con fuerza es la enorme riqueza y hondura de sus enseñanzas: sus tres encíclicas, sus tratados sobre Jesús de Nazaret, sus numerosas homilías, catequesis y discursos. Con gran sencillez y hondura, muestra de su talla intelectual y de su profunda mirada de fe, supo dar una y otra vez testimonio de la verdad, con rigor intelectual y fina sensibilidad ante el drama de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Un segundo aspecto, no menos importante, ha sido su capacidad de diálogo. Siguiendo la huella del Concilio Vaticano II, Benedicto ha querido ponerse al servicio del mundo, mostrando que la adhesión a la verdad no frena el diálogo, sino que es su condición. Ha sabido salir al encuentro de todos, con la libertad que viene de la confianza en la verdad. Lo muestra un aspecto característico de su pontificado: los diálogos sin texto preparado, con sacerdotes, periodistas, padres de familia, jóvenes, niños, enfermos, presos y tantos otros.

Ese espíritu ilumina sus discursos en los foros...

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