El Everest navegable

Por Arellano Consultoría para Crecer

En el cuento de ciencia ficción ?¡Cómo se divertían!?, de Isaac Asimov, unos niños del futuro tenían un club secreto. ?Dime una palabra en voz baja?, le decían a uno, luego, haciendo signos raros sobre un tejido, lo entregaban a otro niño, que repetía esa palabra. ?¿Cómo lo sabes, sin haberlo escuchado o transmitido electrónicamente a tu sistema cerebral, como todos aprendemos??, preguntaban maravillados. ?Es algo que se usaba hace muuuuchos años?, respondían, ?se llamaba lectura?.Estando lejos de esa situación, sin embargo, el cuento se acerca rápidamente a lo que ocurre hoy. No tanto porque los jóvenes no leen, pues lo hacen permanentemente en sus celulares, sino porque lo usan solo para informarse o comunicarse de la manera más básica posible. Y eso se nota.Se nota claramente en el número limitadísimo de palabras de su lenguaje oral y más en el escrito, en donde ?emojis?, dibujitos infantiles, reemplazan a expresiones como ¡estoy asombrado! o ¡te felicito sinceramente! Y lo notan más los reclutadores de las empresas, que casi no encuentran candidatos que sepan expresarse bien.Y esa falta de vocabulario acompaña a su limitación a comprender el mundo. Como profesor de márketing lo noto en las clases de maestría, donde mientras unos solo repiten los textos técnicos sobre estrategias de penetración de mercados, otros las afinan recordando al caballo de Troya que leyeron en la ?Ilíada?. Y se nota en quienes saben que diversificar...

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