Un espejismo llamado vicuña

AutorOscar Franco
Páginas11-13
FEBRERO de 20 12 11
La fibra de vicuña es la fibra de origen ani-
mal más fina y cara del mundo, y su precio
en el mercado nacional es incomparable-
mente mayor que el de la lana de oveja o el
de la fibra de alpaca (ver detalles en la info-
grafía). Por otra parte, desde mediados de
los noventa, las comunidades campesinas
participan directamente en el manejo de la
vicuña y en la comercialización de su fibra.
Sería de esperarse, por tanto, que, hoy en
día, un número elevado de comunidades
(y otros tipos de propietarios de los pasti-
zales altoandinos) se dedicasen a la pro-
ducción de fibra de vicuña. La realidad, sin
embargo, se muestra diferente.
«En el año 2000 ya había alrededor de
700 comunidades autorizadas para el ma-
nejo y producción de fibra de vicuña, pero
hoy no llegan ni a 250 los titulares que se
dedican a la producción, y esa cifra inclu-
ye a los muchos privados que se han in-
corporado a la actividad desde entonces.
Si contamos solo a las comunidades, en-
contramos que solo un puñado de ellas,
alrededor de una veintena, ha hecho de la
fibra de vicuña una fuente importante de
ingresos», sostiene Alfonso Martínez, ex-
presidente de la Sociedad Nacional de Cria-
dores de Vicuña del Perú (SNVP), exjefe
del Consejo Nacional de Camélidos Sud-
americanos (Conacs) y actual gerente ge-
neral de la empresa comercializadora de fi-
bra de vicuña Almar del Perú. Nadie pone
en duda que la población de este camélido
sudamericano viene creciendo sostenida-
mente (como puede observarse en la info-
grafía), y está fuera de cuestionamiento que,
en general, la recuperación de la vicuña en
el Perú es una historia de éxito reconocida
mundialmente. Pero, como apunta Enrique
Moya —prestigioso especialista en el tema
y exjefe de Conacs—, «el Perú podría tener
diez veces más vicuñas y generar diez ve-
ces más ingresos por la venta de su fibra».
A más de cuarenta años de iniciada la
recuperación de la especie, la pregunta,
entonces, es: ¿qué limita el crecimiento de
las poblaciones de vicuña en el Perú?
Tratándose de un recurso social, eco-
nómica, legal y políticamente tan complejo
—la vicuña se encuentra en la encrucijada
entre lo público y lo privado, el negocio y
la conservación, lo silvestre y lo domésti-
co—, hay múltiples factores en juego. Y
cada actor en este vasto drama —del co-
munero al funcionario público, y del hom-
bre de negocios al conservacionista— tie-
ne su culpable favorito: la caza furtiva (aun-
que es claro que no es ni sombra de lo que
fue décadas atrás, cuando puso a la espe-
cie en peligro de extinción), la asociativi-
dad perdida entre comunidades (en los no-
venta, más de 700 comunidades estuvie-
ron afiliadas a la hoy fenecida SNVP), la
falta de claridad con respecto a la propie-
dad de la vicuña (la Ley 26496, de 1995,
entregó la propiedad de la vicuña a las co-
munidades, pero, de acuerdo con la Cons-
titución, los recursos naturales son patri-
monio de la Nación), la liberalización del
mercado (antes, la ley exigía que toda la
fibra se comercializase a través de la SNVP),
o, por el contrario, el exceso de regulación
del mercado (por ejemplo, para transferir
vicuñas de una comunidad a otra hace fal-
Un espejismo llamado vicuña
Si la fibra de vicuña es tan re ntable como se dice, ¿por qué solo un puñ ado de comunidades
altoandinas ha logrado hacer de ella una im portante fuente de ingresos?
Oscar Franco
Fot o: All an Fl ores
Chacco 2010 en la comunidad campesina de Tauripampa, provincia de Yauyos, departamento de Lima.

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