Concepto de democracia y sistema de gobierno en America Latina.

AutorCarpizo, Jorge
CargoENSAYOS

Sumario 1. Planteamiento de la cuestión 2. Valor del sistema parlamentario. En América Latina como esperanza 3. Críticas al sistema presidencial en América Latina 4. Validez del sistema presidencial en América Latina 5. Qué es la democracia 6. Mi concepción de democracia 7. Principales retos de la democracia en América Latina 8. Diagnóstico certero y reformas con estabilidad democrática Bibliografía 1. Planteamiento de la cuestión

La discusión, en comparación con si el sistema parlamentario de gobierno es superior o contiene beneficios de los cuales adolece el presidencial, es antigua y ha recorrido los aspectos y énfasis más diversos.

Es increíble la cantidad de libros y ensayos que se han escrito sobre si el sistema parlamentario es más apto o idóneo que el presidencial para alcanzar la democracia con estabilidad y gobernabilidad.

La discusión ha adquirido nuevas perspectivas a mediados de la década de 1980. El énfasis se coloca en la estabilidad de los sistemas; se resalta que el presidencial fundamentalmente se encuentra en el continente americano, el parlamentario en Europa, varias ex colonias británicas y Japón.

Mientras los países de Europa occidental han alcanzado, después de la segunda guerra mundial, sistemas democráticos con estabilidad y un desarrollo socioeconómico impresionante, los países de América Latina han sufrido múltiples fracasos democráticos, debido a golpes de Estado, gobiernos autocráticos, militares y dictatoriales, aunados a graves problemas sociales y económicos. Aproximadamente el 43% de los habitantes de la región viven en la pobreza, son los países con los niveles de desigualdad social más agudos en el mundo, la concentración de la riqueza es indignante y los rezagos en los sistemas de salud, educación, vivienda y trabajo son inmensos (Carpizo 2005: 958-959). En algunos Estados de la región el encono social crece y las sociedades se están dividiendo y paralizando. En consecuencia, por contraste con Europa, todo pareciera indicar que a los países de América Latina podría convenirles un cambio de sistema de gobierno para implantar el parlamentarismo. Imitar a Europa occidental en este aspecto específico. Cuando menos así lo proponen distinguidos académicos, tanto de la propia región latinoamericana como externos a ella.

Ojalá que la resolución de los ingentes problemas en América Latina pudieran tener un impulso favorable con el simple cambio de sistema de gobierno. Por desgracia, considero que no es así, que las graves dificultades que afectan y han afectado la democracia con estabilidad en dicha región responden a factores sociales y económicos, como los ya mencionados, que solo ejemplifiqué porque son numerosos y ciertamente complicados, así como el sistema político como un todo, incluyendo el de partidos y el electoral, los factores reales de poder internos y externos, sin descuidar aspectos importantes como la cultura cívica.

Además, la concepción democrática no se encuentra completamente arraigada en América Latina. El Latinobarómetro 2002 contuvo entre sus preguntas las dos siguientes: Si usted tuviera que elegir entre la democracia y el desarrollo económico ¿cuál diría usted que es más importante? y, ¿en general, diría usted que está muy satisfecho, más bien satisfecho o nada satisfecho con el funcionamiento de la democracia en (su país)?

A la primera pregunta el 52% respondió que el desarrollo es lo más importante, el 25% que la democracia y, el 17% que ambos por igual.

A la segunda pregunta, el 27% contestó que se encontraba satisfecho con la democracia, el 60% que insatisfecho y el 8% que no sabía o se calló.

En 2003, a esta última pregunta, el 29% contestó que estaba satisfecho con la democracia; en 2004, ese porcentaje no varió; en 2005 aumentó a 31% de los ciudadanos entrevistados.

En 2003, el 66% contestó que estaba insatisfecho con la democracia; en 2004, el tanto por ciento disminuyó a 65%; en 2005 a 61%. A su vez, en 2003, el 6% respondió que no sabía o se calló si estaba satisfecho o no con la democracia; en 2004, ese porcentaje aumentó a 7%, y en 2005 a 8% (Nohlen 2005: 40-53, Corporación Latinobarómetro 2005: 40-53).

Los datos anteriores son preocupantes, no me agradan, pero los entiendo. Si no se puede ofrecer un nivel digno de existencia a la familia, se prefiere desarrollo que democracia. Considero que es claro que desarrollo socioeconómico y democracia tienen que ir de la mano y viceversa, como ha acontecido en Europa occidental en las últimas seis décadas. Si no ocurre así, ningún sistema democrático tiene asegurada la estabilidad y la gobernabilidad. Entonces, no puede realizarse un pronunciamiento sobre el sistema de gobierno que es mejor en un país determinado para lograr la democracia, si previamente no se analizan tiempo, instituciones, cultura y evolución políticas, así como los sistemas electoral y de partidos.

Únicamente asiento un dato más, contenido en el Latinobarómetro 2005, que ayuda a comprender esta cuestión especialmente compleja. Ese año, los ciudadanos calificaron, en promedio, con 5.5, en una escala de 1 a 10, a la democracia en la región, calificación que osciló de 7.6 en Venezuela a 4.2 en Paraguay.

A partir de los últimos años de la década de 1980 y principios de 1990, resurgió el interés --y qué bueno-- por los estudios institucionales. Algunos son excelentes, pero otros se olvidaron del contexto de la región y de los países en particular y, en forma generalizada, recomendaron cambiar los sistemas presidenciales a parlamentarios; los menos, a semipresidenciales o a alguna otra modalidad.

Los escritores americanos Mainwaring y Shugart (1997: 3-4, 12-13) han llegado a una serie de conclusiones que comparto en gran parte; a saber: es dudoso que un sistema de gobierno sea claramente superior a otro, que no existe una forma universal de gobierno que sea la mejor, que diferentes condiciones de desarrollo social y económico, así como político -por ejemplo, el sistema de partidos- hacen que un sistema de gobierno sea más adecuado en un país que en otro, que los estudios críticos del presidencialismo tienen importancia, que existen diversos tipos de presidencialismo y que unos funcionan mejor que otros, dependiendo de una serie de factores, tales como el mencionado sistema de partidos y las facultades legislativas de que goce el Presidente. Estas conclusiones tienen trascendencia, porque las alcanzaron sobre la base de una serie de importantes estudios empíricos. A pesar de ello, son conclusiones provisionales que necesitan seguir profundizándose y ponderándose, pero nos estamos acercando a parámetros que son útiles para lograr la conservación y el perfeccionamiento de los sistemas democráticos en América Latina.

Desde luego, todas las afirmaciones anteriores, y las que realizo en el presente ensayo, se encuentran enmarcadas dentro de sistemas democráticos. Las dictaduras, gobiernos autoritarios o militares no constituyen sistemas presidenciales sino autocracias. Los sistemas presidenciales únicamente se pueden discutir y analizar en el marco de los regímenes democráticos. Las autocracias son algo diferente, son la negación de la libertad y de los derechos humanos; en una palabra, de la dignidad humana.

Este ensayo se divide en tres partes:

  1. la primera, un repaso de varias opiniones doctrinales que consideran que el sistema parlamentario es mejor que el presidencial, algunos pensamientos críticos al presidencialismo en América Latina, y otros que, admitiendo los problemas y errores, consideran que, en general, los sistemas presidenciales de la región latinoamericana han funcionado adecuadamente.

    Debo aclarar: la división anterior no es tajante, porque la misma puede referirse a dos o a los tres aspectos mencionados. Sin embargo, he colocado las opiniones donde se encuentra el énfasis; únicamente he optado por este método con la finalidad de darle algún orden a la exposición de los pensamientos. Hay autores importantes que cito con rapidez o no los cito, en virtud de que de muchos, o varios de ellos, me he ocupado en otros trabajos,

  2. la segunda, propongo una definición de democracia, y lo que este concepto implica y abarca actualmente, así como algunas reflexiones sobre la democracia en América Latina,

  3. la tercera, con los elementos expuestos, argumento las conclusiones a las que llego en el ensayo, cuyo interés centro en América Latina. Mi finalidad es contribuir al diagnóstico y solución de las cuestiones planteadas, que la democracia alcanzada en América Latina no vaya a sufrir retrocesos, sino que continúe su lucha y anhelo de ir superando problemas políticos, sociales, económicos y culturales a los que se está enfrentando en varios países en una nueva ola populista. Únicamente intento afianzar conceptos e ideas, que se han expresado pero que, a veces, se pierden en la multitud de escritos, discursos y conceptos imprecisos.

    1. Valor del sistema parlamentario. En América Latina como esperanza

      1. Comienzo el repaso doctrinal con aquellos autores que principalmente, aunque después modulen sus tajantes afirmaciones, consideran que el sistema parlamentario es mejor y más adecuado para alcanzar democracia con gobernabilidad.

        Examino en este inciso a tratadistas externos a América Latina, debido a su prestigio intelectual, para comprobar que esta cuestión preocupa fuera de nuestra región, que varios se refieren expresamente a ella, que no es un planteamiento de los últimos años; que, a veces, con toda justicia, la preocupación no es solo teórica, como en el caso de Bovero, y que el renovado interés por el asunto ha aportado elementos valiosos como son la realización de estudios empíricos, los cuales han contribuido a clarificar la situación, y que hoy permiten tener ideas más precisas y cercanas a la realidad, para que los países latinoamericanos traten de no cometer errores graves, cuando menos en lo referente a cambios y modificaciones institucionales, con esperanzas e ilusiones que probablemente van a ser defraudadas, pero lo...

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