Los colectivos no arreglan la demanda insatisfecha

Por Periodista de El Comercio

Para llegar al terminal Naranjal del Metropolitano desde Puente Piedra hay tres opciones: tomar un bus y caminar varias cuadras de una solitaria zona industrial, usar el alimentador o subir a un taxi colectivo. El primero cuesta S/2, pero en hora punta tendrás que ir colgado y aguantar el tráfico de la cada vez más congestionada Panamericana Norte. El alimentador, aunque más económico, pocas veces llega a tiempo, es incluso más lento y nunca hay espacio para abordar. El colectivo parecería la solución, pero tienes que pagar hasta tres veces más y nada garantiza tu seguridad. Es un escenario que no tiene buenas alternativas, solo medidas desesperadas y que se repite en todos los distritos de Lima y Callao.Ante la enorme demanda insatisfecha de transporte de calidad, en los últimos años se han presentado varios intentos para legitimar desde el Ejecutivo y el Congreso al colectivo, aunque no sea ni económico ni eficiente. No tiene rutas, paraderos, choferes empadronados o sistemas de seguridad. Sí tiene, en cambio, una larga lista de accidentes y pasajeros asaltados. Tampoco ayuda a evitar el tráfico. En números es evidente la desventaja que genera: mientras un solo tren de la línea 1 del metro de Lima traslada a 1.200 pasajeros, se necesitan 300 taxis colectivos para mover al mismo número de personas.¿Por qué se sigue evaluando su viabilidad? Desde este Diario hemos dado cuenta de los distintos proyectos, algunos en simultáneo, que han buscado incorporarlo al sistema formal. Uno de los últimos intentos fue a través de acuerdos bajo la mesa entre el exministro de Transportes y Comunicaciones y hoy prófugo Juan Silva y los choferes que amenazaban con ir a...

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