Una ciudad para aprender

Por ANGUSLaurieEl Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. En la ciudad donde estudié mi bachillerato, en Canadá, los autos paraban para dar paso a los peatones. La ciudad tiene la misma población que el Cusco. Allí uno solamente tenía que mirar hacia la calle y todo el tráfico se detenía, no solo en las esquinas, sino en cualquier punto de cualquier calle o avenida, para ceder el paso a las personas. En esa urbe, quienes manejan están pendientes y al cuidado de los peatones.La experiencia en Lima es marcadamente distinta. Cuando rara vez un auto cede el paso a un peatón en un cruce, los vehículos que están detrás tocan el claxon indignados porque tienen que esperar. Igualmente, cuando las movilidades escolares paran en las calles para que los niños ?algunos de 3 años? bajen, casi sin excepción los autos que tienen que esperar tocan la bocina. En la ciudad donde fui al colegio, a partir de los 12 años pude montar bicicleta diariamente, los cinco kilómetros desde mi casa hasta mi colegio, sin miedo a ser atropellado. En ese entonces, los sábados montaba bicicleta con el resto de mi familia desde la casa hasta el centro de la ciudad ?una distancia de 17 km de ida, en ciclovías completamente aisladas del tráfico?. Pero más que solo estar aisladas, las ciclovías en Toronto desde hace más de tres décadas tienen un ancho suficiente para que un niño pueda aprender y montar con confianza.Los sábados en Lima algunas familias tratan de tener una rutina parecida, pero otra vez la experiencia aquí es muy distinta. El malecón de Miraflores es un destino para muchas familias...

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