La buena receta del hogar

Por Julio Escalante Rojas

Rosa Inés Núñez, Joseph y Beto Naldos. Madre y dos hijos. Hoy, tres socios de una empresa llamada Pecaditos Integrales. Elaboran en su casa galletas de avena, brownies, barras de granola. Ellos eran niños cuando ella comenzó a preparar queques y galletas en casa. Ella recuerda cuando iba a repartir sus productos y más de una vez se topó con la misma imagen: una fila de muchachos, con una carpeta de papeles bajo el brazo, esperando en la puerta de una empresa que ofrecía trabajo. Seguro eran chicos muy queridos en sus casas pero estaban allí esperando para quizá recibir solo un portazo en la cara. No quería ese futuro para sus hijos.

Rosa Inés, Joseph y Beto disfrutan hoy lo que hacen, han formado un hogar de tres y una empresa donde todos comparten las responsabilidades. ?Joseph estudia administración en la universidad y es el más organizado, Beto es intrépido y loco como yo?, dice ella.

Cuando se separó del padre de sus dos hijos, Rosa Inés empezó a vender queques de zanahoria y plátano a sus amigos y vecinos. Pero un día fue a presentarse a los gimnasios Energym y Millenium de Miraflores y aceptaron comprarle. Para el reparto iba acompañada de sus hijos que aún estaban en primaria. Caminaban mucho para llegar allí, así que en el trayecto Rosa Inés miraba en qué otros lugares podía vender.

Vio que el gimnasio del hotel Sonesta El Olivar estaba recién funcionando. Ella confiaba: lo peor que podía pasar era que le dijeran que no. No estaba con su mejor traje pero no sentía vergüenza. Consiguió una cita para volver con muestras y en una reunión le dijeron que exponga su producto. Solo se trataba de queques pero ella habló tanto que los convenció. Hasta entonces solo hacía queques de zanahoria, plátano, higo y manzana, y le propusieron mezclarlos con maca, kiwicha y quinua. Cumplió. Le pidieron más. Desde entonces no se detuvo y siguió consiguiendo clientes. Hoy es proveedora de gimnasios, cadenas de juguerías y tiendas de productos orgánicos y saludables.

El momento más difícil que pasó Rosa Inés fue cuando le detectaron un mal en el páncreas y estuvo cinco meses yendo y viniendo del hospital. Su empresa tambaleaba porque ella no estaba al frente. Tenía miedo de no haberle enseñado a sus hijos a negociar precios y pedidos. Hasta entonces solo ella se ocupaba de eso, pero cuando enfermó Joseph y Beto tuvieron que aprender, porque el negocio no podía parar. Muchos amigos de su iglesia cristiana...

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