Auschwitz y la justicia penal internacional

Por Abogada

El 27 de enero, se conmemoraron los 75 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz. Los horrores ahí cometidos forman ya parte de la memoria colectiva. Solo ese campo significó la muerte de más de 1 millón de personas. El horror de Auschwitz fue posible, entre otros factores, por un sistema jurídico que legalizó conductas discriminatorias contra ciertos grupos humanos. Así, la ley y el derecho, herramientas que tradicionalmente se emplean para evitar la arbitrariedad, fueron usadas precisamente para conservarla e incrementarla. Ante ello, Auschwitz no puede analizarse sino como una gran derrota del derecho.Sin perjuicio de ello, el derecho supo volver a reinventarse como una herramienta para intentar alcanzar, al menos imperfectamente, el ideal de la justicia. Un primer ejemplo de aquello fue la decisión de los aliados de juzgar a los principales responsables ante el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg. Posteriormente, las potencias ocupantes llevaron adelante otros juicios contra los responsables de diversos crímenes, tales como el juicio de los doctores, el juicio de los jueces, o el juicio de IG Farben (contra los directores de la empresa que había proporcionado el gas utilizado en los campos de exterminio).Los procesos judiciales realizados con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial no estuvieron exentos de críticas. Algunos de sus opositores objetan que los juicios correspondieron a una clásica forma de ?justicia del vencedor?, en tanto se persiguió exclusivamente a los vencidos, pero no se tomaron acciones legales por los crímenes cometidos por los soldados de las fuerzas aliadas.Es común decir que Nuremberg y los aprendizajes ahí obtenidos fueron los cimientos de la actual justicia penal internacional. La verdad es distinta. Lo cierto es que las lecciones del horror de Auschwitz no fueron puestas en práctica sino hasta casi 50 años después. Fue precisamente un nuevo fracaso de la comunidad internacional lo que gatilló la creación de dos nuevos tribunales ?en 1993 y 1994?, para lidiar con los horrores en la ex Yugoslavia y en Ruanda. Dichos tribunales adoptaron los aprendizajes obtenidos en Nuremberg: juzgaron a individuos de distintos bandos, eliminando el cuestionamiento sobre la justicia del vencedor. Pero otras falencias seguían presentes: la comunidad internacional seguía reaccionando tardíamente al horror, creando tribunales con posterioridad a la ocurrencia de los hechos...

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