La agenda pendiente

Por Virginia Rosas Ribeyro. Analista Internacional

Si bien el segundo mandato de un presidente estadounidense significa mayor libertad para gobernar, pues ya no se encuentra sometido a la presión de las urnas -una vez cumplido nunca más podrá volver a postular a la Casa Blanca- es justamente durante ese período, más relajado, en el que los mandatarios incurren en excesos, cometen errores políticos y se ven confrontados a sonados escándalos.

En la historia reciente, fue durante el segundo período de Richard Nixon que estalló el escándalo Watergate que lo obligó a dimitir. Ronald Reagan se enfrentó al ?Irangate?, la venta de armas a Irán. El lúbrico Bill Clinton vio su brillante paso por la primera magistratura del Estado peligrar a causa de sus devaneos sexuales con una joven becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky. Y George W. Bush quedó muy mal parado tras el paso del huracán Katrina, que dejó no solo a decenas de miles de personas a la intemperie, sino que mostró las deficiencias del país más rico del mundo para auxiliar a sus propios damnificados.

Barack Obama espera escapar de la ?maldición? del segundo mandato. Hasta ahora su gestión no se ha visto envuelta en escándalo alguno ni ha enfrentado ninguna crisis internacional que haya mellado su credibilidad.

Y aunque las circunstancias actuales son menos complicadas que en el 2009, cuando la crisis...

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