Vivito y coleando

Enorme, burocrático y amorfo, el sector del cuidado de la salud lleva mucho tiempo cauteloso frente al cambio. Pero la mayor emergencia en décadas ha causado una revolución: desde laboratorios hasta hospitales, el metabolismo del sector se ha disparado en su lucha por ayudar a los enfermos.

De prisa y a menudo exitosamente, los profesionales de la salud han improvisado con nuevas tecnologías y su creatividad promete una nueva era de innovación que reducirá costos, potenciará el acceso al servicio para los pobres y mejorará los tratamientos. Pero para sostener el cambio, los gobiernos deberán impedir que los poderosos lobbies bloqueen la oleada de innovación cuando la pandemia amaine.

El covid-19 ha provocado un espectacular desarrollo de vacunas vía el uso de novedosas tecnologías, pero también ha habido incontables pequeños milagros en experimentaciones para salvar vidas. Se ha adoptado software de videollamadas y transcripción de voz, los fabricantes de máquinas hacen su mantenimiento remotamente y los médicos monitorean digitalmente a pacientes recuperándose de infartos.

Todo esto ha ocurrido junto con un boom en levantamiento de capital de riesgo para innovación médica: US$ 8,000 millones en todo el mundo en el trimestre reciente, el doble de hace un año. JD Health, estrella china de medicina digital, acaba de listar en la bolsa de Hong Kong. Pero es necesaria más innovación.

El gasto global en salud representa el 5% del PBI en países pobres, 9% en los ricos, y 17% en Estados Unidos. El sector emplea a más de 200 millones de personas y genera ganancias anuales por más de US$ 300,000 millones. Además de ser averso al riesgo, está aislado del cambio. Ls necesidad de distribuir riesgo entre muchas personas crea leviatanes administrativos como los esquemas nacionales en Europa o las aseguradoras en Estados Unidos y en algunos países emergentes, y lo complejo de las reglas posibilita a las empresas obtener altas ganancias.

Como resultado, el aumento de la productividad ha sido lento. Los elevados costos provocan que muchas personas en el mundo en desarrollo carezcan de acceso a la salud. La baja eficiencia podría causar una crisis fiscal en algunos países ricos las próximas dos décadas, pues el envejecimiento de la población incrementa las facturas médicas.

La pandemia ayudó a mostrar lo que es posible, en parte porque hizo que la gente abandone su cautela. Las consultas y monitoreo remotos pueden bajar costos e impulsar el acceso al...

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