¿Vivir en un edificio o vivir en una ciudad?

AutorZolezzi Chocano, Mario
CargoESPECIAL URBANO

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

La urbanización en el Perú ha ido perdiendo crecientemente su calidad en el curso de los últimos sesenta años. Este proceso responde a un doble condicionamiento derivado de patrones de asentamiento barrial no controlado ni planificado, y a la manera como se han flexibilizado las exigencias para la aprobación de nuevas habilitaciones urbanas. Un ejemplo de ello son las tendencias de crecimiento en Lima, pese a algunos esfuerzos eventuales por revertirlas. Veamos.

Desde la década de 1950, la urbanización en Lima se caracterizó por un proceso de expansión barrial. Como se sabe bien, esto primero se produjo por las invasiones y posteriormente, cada vez más, por proyectos de asentamiento barrial promovidos por el propio Estado: desde el caso de Villa El Salvador, que significó un cambio en el compromiso del gobierno frente a las invasiones, pasando por proyectos como Huáscar en Canto Grande hasta Pachacútec y otros más recientes en los que el asentamiento barrial ya no responde estrictamente al patrón de la invasión sino al asentamiento barrial planificado por el Estado. En medio estuvieron el intento municipal de Barrantes con Huaycán, Laderas de Chillón y otros tratando de adquirir un mayor compromiso en dirección a una urbanización de mayor calidad, y la nefasta política de vivienda del gobierno de Fujimori para los más pobres: la tolerancia indolente a copar los cerros dónde sea y como fuere.

El resultado de este proceso es el de una urbanización precaria: miles de hectáreas urbanizadas en el país no cuentan con vías pavimentadas ni veredas ni parques, y en muchos casos tampoco con infraestructura adecuada de alumbrado público, agua y desagüe. Esta realidad afecta la calidad de las ciudades y no solo de los barrios o urbanizaciones que siguieron ese proceso.

Simultáneamente, en esta política de vivienda y urbanización segregada por sectores sociales desde los años 50 también se ha apuntado a una urbanización y políticas de vivienda para los sectores medios mediante conjuntos habitacionales (bloques de edificios) con recursos del Fonavi, y más recientemente, los proyectos impulsados por el fondo MIVIVIENDA para dar paso a la iniciativa privada y el mercado abierto y ya no del Estado para atender a este sector socioeconómico.

Ante esta problemática, aparecen hoy dos tendencias claras de densificación o compactación de la ciudad, o para decirlo de otra maneta, de crecimiento hacia arriba: el mercado de MIVIVIENDA y las clases medias frente a la autoconstrucción barrial en altura (la de los pobres) como la otra manera de densificar la vivienda popular.

Sin duda, una ciudad como Lima, que abarca distancias de 70 a 80 kilómetros de continuo urbano, requiere una forma racional de...

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