Una violencia de novela: una entrevista a Victor Vich.

AutorParedes, Mart
CargoCULTURA - Entrevista

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

No tiene celular. Casi no navega por internet. Su única conexión con la era digital es el correo electrónico. Víctor Vich, hincha del Alianza Lima, es doctor en Literatura Hispanoamericana por la Georgetown University, profesor en la Universidad Católica e investigador en el Instituto de Estudios Peruanos. Recientemente publicó, junto a Alexandra Hibbett y Juan Carlos Ubilluz, Contra el sueño de los justos: la literatura peruana ante la violencia política (IEP). Sus dos ensayos, motivo de esta entrevista, analizan las novelas de Alonso Cueto (La hora azul) y de Santiago Roncagliolo (Abril rojo).

En tus ensayos planteas analizar cómo se posiciona la literatura peruana con relación al discurso oficial de la violencia política. Después de la discusión sobre la pertinencia o no del Museo de la Memoria y de la sentencia a Fujimori, ¿cómo ves el papel de la literatura de la violencia política en el Perú?

La literatura, la cultura en general, las prácticas simbólicas, son las que están intentando procesar mejor lo sucedido: qué fue lo que pasó y por qué pasó. En ese sentido, la cultura sustituye al debate político, porque este es un debate puramente artificioso, lleno de silencios y lleno de intereses. Por el contrario, es el lugar de lo simbólico, el de la cultura, el que, por un lado, está intentando narrar lo sucedido y, por el otro, encontrar las imágenes que puedan interpretarlo, vale decir, que vayan estableciendo su sentido. De hecho, una importante imagen última ha venido del cine, de La teta asustada. En esa película, el cadáver de la abuela es la representación del lado más grave de la violencia política. Y toda la película trata acerca de no saber qué hacer con ella, dónde enterrarla, cómo sellarla, cómo cerrarla, en dónde ponerla, qué hacer con el pasado. La beligerancia que hemos observado frente al Museo de la Memoria, revela, una vez más, a una sociedad que todavía no ha procesado bien su pasado y que sigue sin saber qué hacer con él.

¿La literatura y la cultura no tienen también silencios e intereses?

Sí por supuesto. El discurso literario aparece como un terreno en donde se muestran las dos cosas, un lugar donde se van a disputar distintos sentidos. Algunos discursos van a intentar cambiar las representaciones oficiales y desocultar lo que el discurso hegemónico oculta, pero también otros discursos van a reproducir los sentidos comunes, las ideologías oficiales, las interpretaciones interesadas. Lo interesante es que la mayoría de textos permiten observar ambas dinámicas y la complejidad del asunto.

¿Qué debería haber dentro del Museo de la Memoria?

Yo creo dos cosas al respecto. En primer lugar, el Museo de la Memoria no debería contar nuevamente la historia de los hechos en un sentido lineal, sino, más bien, mostrar muchas imágenes de los hechos. O sea, más que producir una determinada interpretación podría intentar transmitir una experiencia, activando el deseo por saber más. El visitante debería salir con ganas de informarse antes que con un mensaje "correcto". En ese sentido, y desde el punto de vista formal, pienso que debería ser un museo donde las representaciones artísticas tengan un lugar central, porque el arte, las imágenes, tienen una capacidad de seducción mayor que la descripción racional de los hechos. En segundo lugar, creo que lo que el museo tiene que representar no solo son las distintas perspectivas de los actores sino los errores de todos nosotros, es decir, lo que hicimos mal. Me refiero a la necesidad de representar por igual la ideología sanguinaria de los grupos subversivos, las...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR