La vida a plazos de la democracia

Por Analista político

La democracia peruana ganada a pulso, todavía incompleta como la república, pero sostenida en un orden constitucional de 20 años, de pronto e increíblemente podría terminar al filo del abismo.Sus defectos y precariedades, sus males no corregidos, sus vicios y retóricas, pueden por momentos desalentarnos, como ahora. Nada, sin embargo, la hace merecedora del innecesario maltrato destructivo de los últimos tiempos.Otra cosa es que quienes la administraron o la administran en función de sus intereses personales y apetitos delincuenciales tengan que ser debidamente denunciados y procesados, así como purgados de sus puestos y del beneficio del voto popular, además de enfrentar a la justicia.No puede decirse que con el orden constitucional vigente los poderes del Estado no puedan garantizar bienestar, gobernabilidad y justicia. Tampoco que no puedan combatir la inseguridad, la corrupción y la impunidad. Nada justifica, por eso mismo, que este orden constitucional tenga que sufrir las consecuencias de la negligencia e incapacidad de quienes fueron elegidos para respetarlo y acatarlo.Si no hacemos nada por salvar la democracia y sus instituciones gubernamentales, legislativas y judiciales del fuego cruzado entre fujimoristas y antifujimoristas, apristas y antiapristas, caviares y anticaviares, no tendrá que sorprendernos, en dos años más, su caída libre en pleno bicentenario de la independencia.No podemos volver a movernos el resto del siglo entre ciclos democráticos breves y ciclos autoritarios prolongados, como si no hubiéramos aprendido la lección de todas las décadas perdidas hasta hoy.Que el fujimorismo y el aprismo parlamentarios resulten intolerables para el presidente Vizcarra y hagan aparentemente insalvable su relación con el Congreso, puede, como estamos viendo, generar una honda crisis política. Pero acaso el Gobierno y el Congreso, con todos sus mejores liderazgos y cuadros, están privados de inteligencia, imaginación, don de gentes y mínima disposición al diálogo y a la negociación, para hacer que quien pague los platos rotos de esta ineptitud política sea el sistema democrático y no quienes debieran hacerse responsables de sus...

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