Victoria

Por Periodista

Hay hombres destinados a ser repudiados. Hay hombres cuyo nombre será sinónimo de los conceptos más infames: Hitler es sinónimo de inhumanidad, Maduro del abuso y Trump de la estupidez. Las asociaciones pueden ser exageradas, pero siempre esconden un hecho vergonzante, un acto indigno que la sociedad no está dispuesta a perdonar. La historia está llena de ejemplos de quienes se fajaron por aquello que debían defender y, escondidos tras las patas de la miseria, están los otros: los que le rehuyeron a su responsabilidad.Todos sabemos quién fue Francisco Bolognesi. A ningún niño o adulto hay que contarle que este coronel del ejército peruano, agazapado en el morro de Arica con un puñado de hombres mal armados y fatigados, enfrentó a un poderosísimo ejército chileno que le pedía desesperadamente que se rindiera para no tener que masacrarlo. Todos sabemos que Bolognesi dijo no, y se quedó en su puesto, apretando los dientes, rodeado de jóvenes que tomaron la decisión de que su nombre quedara grabado al lado de la dignidad.Casi nadie conoce, sin embargo, a Manuel Segundo Leiva Velasco, mayor encargado de liderar el ejército en Arequipa, cuya función era apoyar a quienes peleaban en Tacna y Arica. Es cierto que Leiva encontró un puñado de hombres sin experiencia y sin armamento, pero es cierto también que, a diferencia de Bolognesi, Grau o Cáceres que peleaban con lo que tenían, Leiva prefirió marchar lentito rumbo al sur. Prefirió imponerle a su ejército un paso de tortuga mientras Bolognesi, apertrechado en un morro esperando la muerte, le...

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