Víctimas del síndrome

Por PeriodistaUno de los mayores temores que asaltan al ciudadano al elegir a sus autoridades es cómo hacer para no escoger a un tirano. Durante la campaña suelen ser amabilísimos, besan a los bebes, abrazan a los ancianos y se comen lo que les ofrecen con la mejor de las sonrisas (bueno, no todos). Y de pronto se sientan en sus tronos presidenciales, congresales o municipales y se les acaba el show. Congresistas que insultan porque saben que tienen inmunidad, ministros que recorren la ciudad rodeados de motos y sirenas, jueces que se creen rockstars mandando a la cárcel a cualquier sospechoso al que no se le ha probado culpabilidad… la lista es extensa, aburrida y agotadora.Según el político y médico inglés David Owen, quien ha estudiado el fenómeno en su libro ?El poder y la enfermedad?, los que se comportan así sufren del síndrome de hubris. La palabra ?hubris? proviene del griego ?hybris?, que significa exageración, desmesura, y se utiliza para nombrar las crueldades y las acciones humillantes que los poderosos cometen por simple y llano placer. Este síndrome no solo ataca a importantes señorones que han alcanzado encumbrados puestos, sino que se puede manifestar en cualquier individuo al que le ha tocado una parcela ridícula de autoridad sobre otras personas. Los ?hubridosos? son narcisos, prepotentes y pueden reaccionar de manera impulsiva sin medir las consecuencias. Esta semana, el protagonista estrella de esta preocupante condición ha sido (reflectores, palmas...

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