Los vices en ascuas

Por fernando vivasLos vices son segundones en espera de una traumática oportunidad de salir a escena (como Lyndon B. Johnson que tuvo que jurar el cargo cuando el cadáver de John Kennedy aún estaba tibio), dobles de cuerpo, jarrones chinos que se pueden hacer añicos como Raúl Diez Canseco Terry ?ay, ese dio pena cuando dijo compungido ?amar no es un delito?? tras un escándalo. Resulta que la familia de su enamorada tenía un restaurante en el aeropuerto, y su despacho de ministro de Comercio aminoró la carga tributaria a ese tipo de establecimientos. Por suerte, nuestro presidencialismo tiene dos pólizas en lugar de una. Diez Canseco dejó, para reemplazo en los viajes del presidente, a David Waisman, que al poco tiempo perdió la simpatía del presidente Alejandro Toledo, al igual que dos lustros después la primera vicepresidenta Marisol Espinoza perdió el favor de Ollanta Humala y se convirtió en otra vice solitaria. El segundo vice, Omar Chehade, renunció tras un ampay con autoridades policiales a las que supuestamente presionaba para ejecutar un desalojo en la hacienda Andahuasi. Chehade batalló en la fiscalía y en el Congreso, pero finalmente renunció a Palacio. Hasta la primera dama se había sumado en pedir su cabeza. Lo que nos lleva al comienzo de esta historia.?¿Para qué sirven??Tan temprano como en la Constitución de 1823 se incorporó la figura de un solo vice y, a partir de la Constitución de 1860, fueron dos. Su función es, más o menos, la misma que recogen hoy los art. 111, 114 y 115 de la Constitución de 1993: Reemplazar al presidente en caso de muerte, incapacidad, destitución o abandono del cargo. Y también, claro, reemplazarlo burocrática y protocolarmente cuando el presidente viaja.Y como quiera que los segundos del poder son útiles cuando reserva de lealtad, pero incómodos cuando herramientas para marcar distancia con los presidentes, su historia es un silencio con tensa intermitencia. Francisco Tudela y Ricardo Márquez, pasaron pequeños trances cuando decidieron renunciar tras la fuga de Fujimori. Varias temporadas antes que ellos, el primer vicepresidente Máximo San Román, repudió el golpe del 5 de abril de 1992, y fue simbólicamente nombrado presidente por la disuelta Cámara de Senadores. De esa forma se autoexcluyó de su función de reemplazo, y Fujimori lo tuvo bien lejos de Palacio. Ningún presidente quiere un vice que se le oponga. Pero a veces no puede escoger, y debe permitir que el partido nombre a la plancha. Alan...

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