El viaje a Caracas

Por Juan Monroy Gálvez. AbogadoSe ha criticado el viaje del presidente Humala a Venezuela. Se ha afirmado que estaría cohonestando una elección ilegítima. Más allá de que el fraude no se ha probado, los ahora indignados callaron cuando suscribimos un tratado de libre comercio con un país que, probadamente, empezó con engaños una ?guerra preventiva? que causó medio millón de muertos y miles de torturados. Esto ocurre porque la ilegitimidad no probada es un pretexto para ocultar dos razones para preocuparse.La primera razón es que el viaje puede significar un viraje en la ruta del gobierno. Es curioso que los ahora temerosos hayan olvidado que perdieron las elecciones. Que la agrupación política triunfante ?decir ?partido político? en el Perú es una exageración? haya resignado su propuesta original en busca de mejor coyuntura ?presionando el piloto automático igual que los dos gobiernos anteriores? no implica que haya perdido su derecho a concretarla. La segunda razón considera peligroso el viaje por la forma como puede ser afectado el presidente: producirle una infección ideológica. Si así fuera, sería el primer caso de contagio político por contacto, una barbaridad. Detrás del miedo, lo ocurrido permite constatar que ni el Gobierno ni la oposición, cada quien por su lado, actúan siguiendo la doctrina política que individualiza a su agrupación. ¿Por qué? Porque ya no la necesitan, no tienen rival. La izquierda ha dejado que sus motivaciones e ideales se desgasten. La desilusión por los intentos fracasados ha sido tan dolorosa que ha perdido su capacidad de representación. Se acostumbró a oponerse sin proponer alternativas. Por eso, cuando gobierna, se descubre que sus cuadros solo son especialistas en reclamar. Su deber histórico está intacto, pero la bolsa...

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