Esta vez es diferente

AutorPaul Krugman

Casi todos los observadores económicos coinciden en que las dificultades que hoy enfrenta la economía de Estados Unidos son muy distintos de los que enfrentaba el 2008. En ese entonces, teníamos bancos colapsando y una demanda hundiéndose; pero ahora la banca ha estado en un segundo plano y el gran problema ha sido la inflación, empujada por demasiada demanda en relación con la oferta disponible.

Claro que ha habido necedades, porque siempre las hay. El culto a las cripto comparte características con el auge y caída de las hipotecas subprime: hay gente que se siente atraída por mecanismos financieros complejos y enigmáticos. Pero nadie esperaba una repetición de esas aterradoras semanas para el sistema financiero mundial. Y, súbitamente, parece que se está reeditando algo de eso.

El Silicon Valley Bank (SVB) no figuraba entre las mayores entidades financieras del país, pero tampoco Lehman Brothers en 2008. Quienes prestaron atención ese año no pueden evitar los escalofríos al ver caer un banco convencional. No obstante, ese banco no era Lehman y el 2023 no es el 2008. Para entender qué pasó, hay que analizar qué era y qué hacía SVB, que se publicitaba como "el banco de la economía global de la innovación", lo que haría pensar que mayormente invertía en proyectos tecnológicos altamente especulativos.

Sin embargo, aunque brindaba servicios financieros a startups, no les prestaba mucho dinero porque solían contar con abundante capital de riesgo. Más bien, el efectivo fluía en dirección opuesta: las firmas tecnológicas depositaron grandes sumas en SVB principalmente, sospecho, porque la gente de ese sector pensaba que era su tipo de banco.

Asu turno, el banco destinaba mucho de ese dinero a activos financieros extremadamente seguros, sobre todo bonos a largo plazo emitidos por el Gobierno de Estados Unidos y agencias que este garantizaba. Por un tiempo, SVB obtuvo retornos con esas inversiones, porque en un mundo de bajas tasas de interés, los bonos a largo plazo normalmente pagan tasas de interés más altas que los activos a corto plazo, incluidos los depósitos bancarios. Pero dicha estrategia estaba expuesta a dos riesgos enormes.

Primero, ¿qué pasaría si subían las tasas de interés de corto plazo? El diferencial que generaba ganancias a SVB desaparecería y si también subían las tasas de largo plazo, caería el valor de mercado de sus bonos, que pagaban menos interés que los bonos nuevos, creando grandes pérdidas de capital. Eso es exactamente...

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