Una verdadera caja de sorpresas

Por Enrique Planas

Frente a nosotros, el Templo del Sol, el Tempo Viejo y la pirámide con rampa de Pachacámac. Mamacona, el bosque y la laguna de Urpiwachaq, al lado del santuario. Más allá, el desierto besando el mar y sus legendarias islas. Naturaleza flanqueada por las industrias y los barrios de Lurín y Villa El Salvador. Desde el mirador del Museo Nacional del Perú (MUNA), se nos revela no solo un patrimonio milenario, sino también la ciudad que hemos construido. Un paisaje que integra maravilla prehispánica y el caos del tráfico vehicular.Bajemos ahora la mirada: estamos en la terraza de la obra cultural más grande realizada en el país. Con una inversión de 500 millones de soles, la construcción del MUNA, una de las obras emblemáticas dentro de las conmemoraciones del bicentenario de nuestra independencia, permite soñar el futuro. Un pequeño grupo de prensa recorre la obra civil ya concluida, junto con el Ministerio de Cultura, Alejandro Neyra; la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Leslie Urteaga; y el director general de Museos, Carlos del Águila, quienes nos comparten la buena noticia de su inminente apertura la noche del 24 de julio.?Este museo será la cabeza del Sistema Nacional de Museos. Será el museo más grande en América Latina, y buscará fortalecer vínculos con museos de todas partes del mundo?, señaló Neyra.Por cierto, el ministro y los funcionarios del Mincul destacan que, terminadas las obras, aún faltan tres años para que el museo opere con todo el potencial que exigen sus 60 mil metros cuadrados de construcción. Sin embargo, antes de la mudanzas de todas las colecciones del antiguo Museo de la Nación, así como la adecuación de los depósitos especializados y las diversas áreas de investigación, se ha decidido abrirlo en una lógica de marcha blanca hasta fin de año, programando exposiciones y actividades culturales de ingreso libre.Construido a manera de caja cuadrada de espacios concéntricos, el edificio del MUNA está compuesto por cinco niveles (tres de ellos bajo tierra) y una terraza con la privilegiada vista del santuario de Pachacámac.Traspasada sus puertas de acceso, nos recibe un impresionante hall principal. Sobre nuestras cabezas, destaca el lucernario, mecanismo que permite la entrada de la luz natural, y cuya luz baña la serie de rampas que llevan de las zonas de uso público, en el primer y segundo nivel, a las colecciones permanentes, en los niveles inferiores. En los niveles de...

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