Veranos con ropajes coloniales

Por Gonzalo Torres del Pino-Publicista, actor y conductor de TV -Cada vez que hay un verano como este, de calor infernal y sol asesino, no dejo de preguntarme cómo hacían los limeños de otrora con faldellines, calzas, jubones, capotillos, sayas, etc., pues es evidentemente impensable que un avecindado de la metrópoli estuviese siquiera con las mangas descubiertas. Compárese eso con las bermudas y el torso descubierto con el que mucha gente camina hoy en día por las calles. Panzas calatas andariegas. Tengamos presente también que la costumbre y moda del baño de mar se vuelven globales recién a partir de mediados del siglo XIX y es cuando van apareciendo las estaciones balnearias para que la gente pueda meterse al mar y percibir la brisa marina. Ambas cosas dentro de una mentalidad de salubridad y no tanto de ocio al principio. Ya sabemos que el enfoque y la balanza ha cambiado al lado del ocio en nuestros días. También existieron en ese siglo los famosos baños (como los de Piedra Liza o de Otero) en donde la gente se bañaba no para refrescarse sino para lavarse en tiempos de poca higiene. Si la gente se metía al río era para pescar camarones o lavar ropa. Nada más.Retrocedamos a la época colonial. ¿Cómo demonios hacían entonces los dones y doñas en el estío? No era que la gente no pensase en refrescarse. Lo hacían en las alamedas y los alrededores arbolados, ese era el frescor del cuerpo y del alma, del romance en ropajes coloniales. Aunque en el caso de Los Descalzos el romance era con Dios pues la gente no llegaba a tan alejado convento sino fuera por la sombra de los árboles y las piletas de agua. Lo mismo para los portales de la Plaza Mayor y, para tal...

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