El vendedor de la luz

Por Julio Escalante Rojas

?Soy mil oficios. Estoy en todo, para mí no hay horarios de ingreso ni de salida?, dice Naun Huarcaya para explicar que su cargo de gerente de márketing, en realidad, abarca mucho más. Lo dice detrás de un estante con varias lámparas que si estuvieran encendidas darían la sensación de estar tan cerca de un pedazo del Sol.

Su familia es de Huancavelica y él y sus hermanos llegaron a Lima a inicios de los años noventa. Naun fue un adolescente que se dedicó a lavar automóviles en San Borja. Era el séptimo de diez hijos y sentía que tenía responsabilidades que cumplir con sus padres, pero sobre todo le gustaba tener su propio dinero. El problema era que el colegio había pasado a sobrar en su vida. Llegaba tarde y no cumplía con las tareas. ?Vivía relajado y necesitaba orientación?. Su caso fue reportado al programa Educadores de la Calle del Inabif y así fue que Naun tuvo una tutora que le ayudó a organizar su tiempo. Podía seguir trabajando, pero los más importante iban a ser acudir a clases y que se diera cuenta de que los estudios serían la clave de su formación personal.

Naun vivía en la casa de una hermana en San Juan de Lurigancho. ?En un cerrito?, dice. Estudiaba de 6 a 10 de la noche en un colegio de Salamanca. Y a la vez estaba comprometido a acudir a talleres y charlas con el personal de Inabif. En este espacio le hablaban de la violencia en la juventud, de asuntos de familia y sexualidad. Cuando no acudía lo iban a buscar a su casa y no lo encontraban. Volvía siempre a algún trabajo. Fue ayudante en jardinería, vendedor de marcianos, cobrador de combi. Recién a los 19 años Naun pudo acabar la secundaria.

Le dieron una beca para estudiar locución. Su tutora de Inabif le había dicho que tenía buena voz. Él estaba seguro que era cierto. Imitaba las maneras de narrar partidos de fútbol en la radio. Pero al poco tiempo volvió a lavar carros. Obtenía unos 110 soles al día y cuando no era un buen día su ganancia no bajaba de 50 soles. No estaba mal para él. Además ahorraba un poco. Fue por eso que Willy, uno de sus hermanos mayores, supo a quién pedir un préstamo cuando se decidió a iniciar un negocio de venta de lámparas, focos y otros productos de iluminación. Este hermano ya llevaba ocho años en una empresa grande dedicada a este rubro y quería algo propio. Tenía la experiencia. Y no solo convenció a Naun de que le prestara algo de dinero, sino que también le pidió que trabajara con él.

?Me costó dejar mi...

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